APUNTE

Mi sobrino en Andorra, mi sobrina en Suiza

El resto de la familia doy por seguro que están en las Vírgenes o en las Caimán

JOSEP MARIA POU

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

-Y tu sobrino?

-En Andorra.

-¿¿¿.......???

-Con su mujer y las niñas. Esquiando. Semana Blanca, ya sabes.

-¿Esquiando?

-Esquiando. ¿Qué te extraña?

-No, nada.

Pausa tensa. Miradas al vacío.

-¿Y tu sobrina?

-En Suiza.

-¿¿¿En Suiza???

-Si, en Suiza.

-¿Esquiando?

-No. Vive allí desde hace años. Su trabajo, su casa, su familia, ya sabes.

-¿En Suiza?

-Sí, en Suiza. Vacas, relojes, quesos...

-Y bancos.

-¿Y eso a qué viene?

-No, nada.

Pausa más tensa, todavía.

-¿Te pasa algo?

-A mí no. ¿Y a ti?

-¿Y ese retintín?

-Hombre, es que ya me dirás. Tu sobrino en Andorra. Tu sobrina en Suiza. Y no te pregunto por el resto de la familia porque doy por seguro que están en las Vírgenes, o en las Caimán, pasando el rato.

Le tiro el whisky a la cara.

-¿¿¿Y eso???

-¡¡Por gilipollas!!

Me largo y camino deprisa, cabreándome por segundos, maldiciendo a los que por robar nos han robado hasta el lenguaje.

Hubo un tiempo en que decir Andorra era decir excursión de ida y vuelta en el día, tímida salida al extranjero, gustirrinín de paso fronterizo, tembleque de bandolero aficionado por el tabaco de más escondido en el asiento trasero, acopio de discos y revistas no vistos por estos pagos, la aspirina francesa que es mucho más fuerte y cura más que la española, acopio de leche, de queso, de preservativos...

Y hubo un tiempo en que decir Suiza era decir Alpes suizos, chocolate a la taza, pacifismo, grandes lagos, Comité Olímpico Internacional, Charlie Chaplin, ya muy mayorcito el pobre, Audrey Hepburn, ( y a todo esto, ¿donde está el cine suizo?), una Guardia Suiza permanentemente exiliada, y Heidi, y abuelito dime tú, y Pedro, y las cabras...

Ya no más. Ahora dices Andorra o Suiza y enseguida huele a podrido (como pasaba en Dinamarca, en los malos días de Hamlet). Dices que te vas a Andorra y todos te imaginan con el maletero lleno de mochilas de las que asoman incontinentes fajos y fajos de billetes. Dices que te vas a Suiza y enseguida te leen en la frente los dígitos de la cuenta oculta.

Y todo por los Midas modernos de estos días, que todo lo que suyo lo convierten en oro y todo lo nuestro en mierda. El oro para sus cuentas opacas, y la mierda para esparcirla, para ocultarle el rastro a los sabuesos, para teñir de marrón hasta las palabras más sencillas, para igualarnos a todos en el delito.

Me niego. Digo Suiza y pienso «edelweis». Digo Andorra y pienso «rostes al mel». Y, en ambos casos, pienso «Falciani» y me digo que no todo está perdido.