La resaca del 28-N

Soberanismo e izquierdas

Todo apunta a que la crisis del PSC acabará con más dependencia de Ferraz; y de la de ERC hay pocas pistas

Soberanismo e izquierdas_MEDIA_2

Soberanismo e izquierdas_MEDIA_2

XAVIER BRU DE SALA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Todo parece indicar que en Catalunya hay dos debates cruzados. El primero y más básico, sobre el espacio soberanista de izquierdas. El segundo, sobre las personas que deben pilotar la construcción del mismo. Si bien queda claro que los resultados de las elecciones abren un nuevo campo de juego político, esto no indica necesariamente que deba cubrirse con una nueva formación o que deba recomponerse el mapa de los partidos políticos. Cuando menos por tres constataciones principales. La primera, que los partidos existentes -es decir, con presencia parlamentaria- hacen siempre lo posible, y casi lo imposible, para cubrir los vacíos e impedir así que entren en escena más competidores (del mismo modo que los grandes usan su mayor potencia organizativa y superiores recursos con objeto de arrinconar a los pequeños). La segunda, que no es nada fácil crear un partido nuevo. Hacen falta esfuerzos ingentes y una dedicación -es decir, un trabajo de picar piedra- que no todo el mundo que parlotea está dispuesto a llevar a cabo. La tercera, que en política se sube por la escalera y se sale por la ventana.

Hay ejemplos sobre los vacíos no cubiertos. El espacio anticatalanista de izquierdas ahora lo tiene Ciutadans, pero antes también existía y no lo ocupaba nadie. El independentismo bienpensante, de centro o centroderecha, también existe, pero es dudoso que Laporta y los suyos se decidan a ocuparlo. Como su único objetivo es pillar pescado soberanista, ahora relajado y expectante, cuando se convierta en independentismo impaciente optarán por la transversalidad nacional.

Dicho esto, que me parece primordial, hay que delimitar lo que hay de continuidad y lo que hay de bifurcación en el catalanismo. Tal como lo veo, la sentencia del Tribunal Constitucional marca un antes y un después, una bifurcación entre el catalanismo estatutario o sumiso y el soberanista o rebelde. Pero hay otra bifurcación previa, fundamental y más significativa desde un punto de vista pragmático, entre los pesoístas y los que, sin plantear la independencia, defienden una izquierda socialdemócrata que no dependa de Ferraz, y por lo tanto pueda hacer daño al PSOE para conseguir incrementos significativos del autogobierno y disminuciones drásticas del déficit fiscal. Estas bifurcaciones, todas incipientes, dibujan también un panorama difuminado donde hay más continuidad y transición de matices que ruptura. A mi juicio, las bifurcaciones son inexorables, pero no me atrevería a ponerles fecha en el calendario. Las cosas son tan complicadas, las inercias tan poderosas, que todo eso no es para mañana ni pasado mañana.

Conviene, por si fuera poco, añadir que el soberanismo es interpretable, que no tiene definida la estación de llegada ni las etapas. Y que en el independentismo explícito también abundan quienes, mientras tanto, se apuntan al soberanismo con el argumento de que la cuestión principal es avanzar en términos de autogobierno y financiación. Y añadir que la disposición de Madrid y los dos grandes partidos españoles a conceder algo sustancial a Catalunya es inexistente. Donde había diálogo y acuerdos, ahora hay hostilidad (y si se quiere un caso de cómo las gasta el PSOE sin esperar a que lo haga el PP, aquí tenemos la privatización de los aeropuertos, que cierra la puerta a la competitividad de El Prat ante Barajas).

Si todo apunta a que la crisis del PSC se resolverá con una mayor dependencia de Ferraz, acompañada de un enmascaramiento colosal, hay pocas pistas de la salida en Esquerra Republicana. Quizá, hartos de hacer política del día a día, se decantarán por hacer la competencia a Laporta y denunciar la flojera de CiU (real o supuesta, esto da igual). Quizá se dividirán y una parte se decantará hacia el espacio de izquierda soberanista. El olfato me dice que la primera opción es la preferida. Si calculasen que Mas y Duran son capaces de salir adelante pese a las dificultades, aún aguantarían y se dedicarían a la política. Pero si mayoritariamente piensan que Mas acabará la legislatura con la hoja de traspasos en blanco, preferirán la propaganda independentista. En este caso, poco importa el líder. La cuestión es cargarse a Puigcercós y Ridao, cerrar el paso a Carod -los tres han hecho política y han sufrido el revolcón- y estrenar otro. Tan solo hace falta que sea mayor de edad.

Dado que la política catalana ha entrado en un estado de música lenta de fondo y danza frenética, los pronósticos deben hacerse con cautela y pies de plomo. En todo caso, si una cosa queda clara es que mientras las izquierdas se lo piensan y se reconstituyen, CiU ocupa en solitario la centralidad y está en condiciones de jugar al escondite con el soberanismo. Con esto no basta para consolar al nuevo president ante las dificultades extremas del momento en el que le toca asumir el cargo. Entre todos le podrán chinchar en el Parlament, pero pasarán años antes de que le disputen esta centralidad. Son ellos, todos juntos, quienes lo han dejado solo en el centro de Catalunya. Y lo estará hasta que alguien con cara y ojos, imagen y capacidad le dispute el terreno desde una izquierda moderada, sensata y soberana, hoy inexistente.

Escritor.