Soberanismo y ascensor social

En el tramo final de la dictadura, el profesor de matemáticas de COU nos invitó a aprender a leer los diarios. A menudo, nos decía, una noticia breve medio escondida puede aportar información más relevante que la destacada con gran titular. Era un excelente profesor, militante antifranquista de convicciones izquierdistas, acostumbrado a interpretar un periodismo marcado por la censura.

Un año después, ya en la universidad, los profesores de periodismo en Bellaterra nos hicieron reflexionar críticamente sobre los atributos de hechos convencionalmente noticiables y sobre la tendencia a la espectacularización banal de muchas propuestas periodísticas. Hoy la censura franquista es un hecho muy lejano, pero los criterios de relevancia informativa no han variado sustancialmente. Las informaciones más espectaculares no siempre son las que mejor nos ayudan a entender la realidad.

El lunes pasado, este diario se hacía eco de un informe de la Fundación Bofill en el que se destacaba que en los años de la crisis el ascensor social ha dejado de funcionar en Catalunya. Las conclusiones sobre el crecimiento de las desigualdades son nítidas, incontestables. Son material indispensable para entender la cartografía de la Catalunya actual. Mucho más que todas las informaciones sobre la representación del espectáculo de buena parte de la política institucional que llenan informativos y primeras páginas.

Desde el 2010 ha mutado el sistema de partidos catalán y hemos visto cómo tomaba forma una revuelta democrática soberanista. Para entender estos cambios haremos bien en fijar la atención en las campañas de recogidas de firmas contra el Estatut, el afilado cepillo de Guerra o el empobrecimiento de las clases populares y menestrales. Más que en según qué maniobras tácticas de algunos políticos.