NÓMADAS Y VIAJANTES

Siria y los machos alfa

RAMÓN LOBO

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George W. Bush habría rechazado la propuesta rusa, por tramposa, y bombardeado Siria de inmediato. Era un Gobierno de machos alfa: Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Perle, capaz de invadir países, torturar prisioneros y violar leyes internacionales sin pestañear: la seguridad, primero; la democracia, después. Ningún macho alfa de aquella Administración republicana ha tenido problemas con la justicia nacional o internacional; tampoco con su conciencia: dictan conferencias, dan consejos, tienen bula periodística. Son los superaforados. Esta es la ventaja de ser superpotencia, las leyes viajan en una puerta giratoria.

Barack Obama, que pese a todo es premio Nobel de la Paz, y John Kerry, veterano político que luchó en Vietnam para convertirse después en una de las voces más críticas del conflicto en los años 60, han optado por la paciencia. Uno de los objetivos es demostrar que esta Administración demócrata es diferente, mejor.

El acuerdo con Rusia para desarmar químicamente al régimen de Bashar el Asad, algo que acepta Damasco, ha aplazado el ataque de EEUU. Aunque la idea sirio-rusa recuerda a las partidas de póker de último minuto de Sadam Husein en la guerra del Golfo en 1991, Obama ha preferido la pausa. No es que crea en la integridad de la oferta y en la posibilidad técnica de llevarla de manera eficiente, sino que sabe que la vía militar es peligrosa: objetivos inciertos, resultado imprevisible. Estas serían las opciones si fracasa la diplomacia.

PRIMERA BATALLA: EL CONGRESO. Obama corre el riesgo de repetir el fiasco de David Cameron en los Comunes, que rechazaron por 15 votos la intervención militar. El Senado de EEUU es más partidario del ataque, aunque varios senadores republicanos desean ir más lejos y derrocar al régimen. La mayor resistencia a una intervención, aunque sea limitada, se concentra en la Cámara de Representantes, donde la inquina de la extrema derecha a Obama es enfermiza. Otra razón para la cautela: en el 2014 se renueva la totalidad de la Cámara y un tercio del Senado. Nadie quiere quedar expuesto ante un electorado que rechaza el ataque a Siria.

ATAQUE LIMITADO. Una vez obtenido el permiso del legislativo, Obama lanza un ataque limitado, que puede durar uno o varios días. El objetivo: castigar a Asad sin debilitar al régimen porque la Casa Blanca no se fía de la oposición armada. Sería un ataque histriónico: cuando el presidente de EEUU traza una raya roja, no se traspasa. Es llamativo que 1.600 muertos por gas sarín movilicen a las potencias occidentales y no lo consigan 100.000 muertos por armas convencionales.

ATAQUE GENERAL. De las múltiples insurgencias, solo el Ejército Libre de Siria (ELS) se acerca a los intereses de EEUU. Son menos fanáticos y aún cuentan con numerosos activistas en las redes sociales. Su rival en el terreno es el Frente al Nusra, el más fuerte, que rinde pleitesía a Al Qaeda. Al mismo tiempo Al Nusra está en conflicto con Al Qaeda de Irak por el dominio de varias zonas del país. También es poderoso Ahrar al Sham, grupo salafí que recibe dinero de Catar.

Es la opción que temen los más radicales: un ataque contra el régimen de Asad y contra las insurgencias menos aceptables para EEUU, Europa e Israel. Si se busca favorecer al ELS, este ya no es el que era hace un año y medio o dos, cuando se decidió armarle para derrocar al Gobierno de Damasco. Se le entregaron fusiles pero no armas pesadas. Este es el problema histórico: todo se hace a medias, sin un plan estratégico. El ELS se ha atomizado en grupúsculos que obedecen al comandante local. No hay cadena de mando nacional. Algunos se han radicalizado y colaboran con Al Nusra.

SALIR DE LA RATONERA. Obama sabe que la opción militar puede conducir a una ratonera que en algún momento haga necesaria la presencia de tropas sobre el terreno. Busca el apoyo republicano para implicarles en las consecuencias de un eventual ataque. Muchos demócratas sueñan con lo contrario: poder echar la culpa a los republicanos de la decisión de no atacar y esquivar así el avispero.

Más peligroso que Irak

Siria no es Libia ni Bosnia. Es más peligroso que el Irak del otoño de 2004. Una miríada de grupos yihadistas considera enemigos a los periodistas; ya no los ven como aliados informativos sino como enemigos. Un mal asunto para la causa de una Siria libre. EEUU resolvió el problema iraquí con un refuerzo de 40.000 soldados en enero del 2007. Armó y pagó a la insurgencia local que luchaba contra los estadounidenses para que lo hiciera contra los grupos pro-Al Qaeda. Funcionó a medias. A corto plazo perdieron los radicales. A medio fue un desastre: ganó Irán.