ANÁLISIS
Sindicatos catalanes, rojos o amarillos
Que CCOO y UGT se apunten a la manifestación de la ANC y Òmnium y apoyen la impunidad para aquellos que están acusados de graves delitos es un disparate
Pese a los problemas de representación en una economía posindustrial y globalizada, los sindicatos siguen siendo un instrumento imprescindible para luchar contra la precarización salarial y de las condiciones laborales en general. El problema es que en Catalunya las cúpulas sindicales han pretendido encuadernar los derechos sociales en un libro con tapas identitarias. Hemos visto a CCOO y UGT participar en toda clase de plataformas a favor del derecho a decidir y asistir durante cuatro años seguidos a manifestaciones independentistas.
Es sorprendente que jamás hayan llevado a cabo una consulta interna para saber hasta qué punto sus afiliados compartían esa posición tan contraria a su tradición fraternal y solidaria, aunque algo debían intuir ante el constante goteo de bajas y quejas. Solo tras las elecciones del 2015, cuando el secesionismo perdió su plebiscito y Ciutadans se convirtió en la fuerza más votada en los barrios populares, optaron por un perfil más discreto.
Pero ahora vuelven a las andadas. UGT y CCOO se han apuntado a la manifestación de la ANC y Òmnium para exigir la libertad de los políticos soberanistas presos y el ejercicio de la autodeterminación. La noticia ha sacudido los equilibrios internos y causado un fuerte estupor entre muchísimos afiliados del resto de España. El ugetista Pepe Álvarez, al frente de la dirección confederal en Madrid desde 2016 pero que antes en Catalunya jugó a ser 'medioseparatista', ha salido a desmarcarse.
Que los sindicatos apoyen la impunidad para aquellos que están acusados de graves delitos es un disparate. Se puede discrepar si hubo rebelión en el 'procés', y para determinarlo habrá un juicio con todas las garantías y la posibilidad de recurrir a instancias superiores españolas y europeas. Ahora bien, no se puede pretender que no pasó nada en septiembre y octubre pasado. Jamás habrá reconciliación si aquellos que actuaron contra la mayoría de los catalanes no piden perdón algún día. Es triste que en lugar de sostener una lucha social en rojo, sin toxinas nacionalistas, los sindicatos se apuntan al lazo amarillo.
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