Al contrataque

Sin frenos

Lo aprobado, aprobado está. Los aditivos con los que nos despertamos cada mañana no se entienden desde ningún punto de vista aceptable

El ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá, en una fotografía reciente en un acto en Málaga

El ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá, en una fotografía reciente en un acto en Málaga / periodico

CRISTINA PARDO

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A estas alturas, a nadie le puede parecer sorprendente que el Gobierno adopte medidas para intentar que el president de la Generalitat baje del monte y vuelva a la legalidad. Pero sí resulta verdaderamente escalofriante que, una vez aprobado el decreto sobre el artículo 155 de la Constitución en el Consejo de Ministros, la Moncloa vaya aportando novedades cada día que pasa. Novedades que ocultaron. Novedades que no se contemplan en el texto. Novedades encaminadas a endurecer lo pactado con el PSOE y Ciudadanos.

Horas después de mandar el decreto al Senado, la vicepresidenta del Gobierno dijo que el plazo de seis meses para la intervención de Catalunya era prorrogable. Es decir, que ya no era "un plazo máximo", sino un plazo gelatinoso. De elecciones en enero, ni hablamos. No contentos con estas declaraciones de Soraya Sáenz de Santamaría, fuentes de Moncloa filtraron el lunes bien entrada la noche que tampoco valía lo que sí valía antes de la reunión extraordinaria del Consejo de Ministros: aunque Carles Puigdemont convoque elecciones autonómicas, se aprobará y se aplicará el artículo 155 de la Constitución.

¿Por qué? El Gobierno alega que no pueden ponerle tan fáciles las cosas a la Generalitat, después de todo lo que ha tensado la cuerda. Explican también que no se fían, que temen que finalmente Puigdemont convoque las elecciones manteniendo el órdago, es decir, acompañadas de una declaración unilateral de independencia. La desconfianza es comprensible. Sin embargo, parecería que hay un sector del Gobierno que está deseando aplicar el 155, como si fuera la panacea y no un fracaso político y un instrumento incierto. Al final, Rajoy y sus ministros pueden dar la sensación de que su objetivo  interviniendo la Administración catalana es otro bien distinto al de restablecer la legalidad, la normalidad y la convivencia.

Agachar la cabeza

No conseguirán ningún resultado medianamente positivo si pretenden forzar a Puigdemont a que traicione a sus socios y a los votantes de Junts pel Sí y que además, agache la cabeza y se arrodille. Y a todo esto, ¿no era tan importante para los miembros del Gobierno ir de la mano del PSOE y Ciudadanos? ¿Entonces? ¿Por qué tensar la cuerda llevando a los socialistas a una situación internamente insostenible? ¿Les parece poco lo que ha hecho Pedro Sánchez arriesgándose a romper el PSC?

Sinceramente, lo aprobado, aprobado está. Los aditivos con los que nos despertamos cada mañana no se entienden desde ningún punto de vista aceptable. Y las manifestaciones del ala más dura del PP sembrando inquietud y exagerando la amenaza nacionalista en el País Vasco y en Navarra solo para conseguir votos, son de una irresponsabilidad que causa bochorno.