La clave

Este viernes toca cerrar la boca

Todos deberíamos callar al menos durante la jornada de homenaje por respeto a las víctimas del 17-A

Ofrendas florales en La Rambla, un día antes del aniversario de los atentados del 17-A

Ofrendas florales en La Rambla, un día antes del aniversario de los atentados del 17-A / ALBERT BERTRAN

Bernat Gasulla

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Este viernes toca callar. Todos deberíamos cerrar la boca. Todos. Los que han convertido los actos del primer aniversario del 17-A en un acto de repulsa o de apoyo de la Monarquía. Los que han hecho de la triste efeméride un acto de desagravio con los presos por el 1-O. Los que han utilizado el homenaje a las víctimas como arma arrojadiza contra el independentismo. Los que han usado la investigación de los hechos (cuyo secreto de sumario se ha levantado curiosamente en las vísperas del 17-A) para volver a azuzar el secular enfrentamiento entre los Mossos d'Esquadra, por un lado, y la Policía Nacional y la Guardia Civil, por otro. Todos, a cerrar la boca. Al menos por un día.

Hace 10 días, la 'exconsellera' Montserrat Tura, que algo ha debido de conocer de las tripas de las investigaciones y actuaciones contra el terrorismo, colgó en Twitter una acertadísima reflexión sobre los actos del 17-A. En el mensaje, Tura se preguntaba "si no podríamos centrarnos en un recuerdo racionalista, ligero, silencioso, solemne y trascendente hacia las víctimas sin intentos de aprovechamiento político. Por favor".

Desde entonces (no creo que por el tuit de la 'exconsellera'), parece que el sentido común y, sobre todo, el respeto a todas las personas que perdieron a alguien en ese nefasto jueves ha ganado terreno y muchos de los que enarbolan otras banderas que no son la del homenaje a las víctimas han buscado no interferir los actos oficiales. Algo es algo.

Pero no basta. Toca callar por respeto, entre muchos otros, a Francisco Javier Martínez,Francisco Javier Martínez el hombre que perdió por la ira yihadista a su hijo Xavier, de 3 años. Tres años. Que no le hablen a Francisco Javier de la respuesta de las administraciones. Poco apoyo ha recibido. Y, aun así, ni asomo de ira en sus palabras. Solo la confianza en que la muerte de su pequeño sirva para algo.

Este viernes solo debería hablar gente como Francisco Javier. Y, de inmediato, ponernos todos a aclarar los demasiados enigmas del atentado. Sobre todo, por respeto a las víctimas.