Reflexiones en el día mundial de la juventud

Ser joven en medio de la crisis

Pertenecer a la generación 'ni-ni' (ni estudian ni trabajan) lleva a perder cualquier horizonte

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JOSEP ORIOL Pujol Humet

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Una de las consecuencias de la globalización que la crisis económica ha acelerado es una cierta redistribución de la riqueza en el mundo. Algunos países, sobre todo asiáticos, están creciendo a un ritmo bastante acelerado mientras que hay países occidentales que estamos perdiendo posiciones en elrankingglobal. Esta evolución es positiva para algunos, pero a la vez negativa para los que se empobrecen. En la India o China, por ejemplo, ha sacado a bastante gente de la pobreza, mientras que ha incrementado el paro en nuestro país al deslocalizar producción y empresas. Si la tendencia es a un reequilibrio mundial, bienvenida sea, pero, desgraciadamente, la redistribución no es en absoluto equitativa. Algunos se enriquecen mientras otros grupos sociales pagan las consecuencias, como es el caso de los jóvenes en nuestra sociedad. Es a ellos, en un contexto de empobrecimiento, a los que nos queremos referir.

Según un estudio reciente del Observatori de la Joventut, el paro juvenil en Catalunya es del 28%, cuando el de la población en general no llega al 20%.

Los sociólogos definen la categoría generacional de losni-ni, refiriéndose a los jóvenes que ni estudian ni trabajan. Vivir esta realidad cotidianamente debe ser muy duro y lleva a quien la padece a perder cualquier horizonte. A menudo oímos hablar del mileurismo referido a la retribución mensual en torno a los 1.000 euros, una cantidad que cada vez está más homogéneamente distribuida con independencia del nivel formativo del joven. Las posibilidades de independizarse de la familia pudiendo contar con una vivienda son mínimas. El precio de la vivienda, sus salarios y la capacidad de endeudamiento lo hacen prácticamente imposible para la gran mayoría. El 25,2% de la población joven catalana tiene nacionalidad extranjera, mayoritariamente procedente de la inmigración de países en vías de desarrollo. No podemos hablar todavía de lasbanlieuesfrancesas, pero nos estamos acercando. Se incrementan las zonas de marginalidad, especialmente en suburbios de ciudades de la corona metropolitana o capitales de comarca, donde las pandillas de jóvenes por la calle preocupan cada vez más. El estancamiento económico provoca un «tapón generacional» que dificulta el ascenso, incluso a la élite mejor preparada de jóvenes. Ser joven hoy no es fácil, las expectativas no son muy esperanzadoras y menos habiendo sido educados en «la sociedad de consumo», lo que equivale a creer que la felicidad la encontrarán en el hecho de poseer.

La perspectiva descrita exige como mínimo dos tipos de respuesta. Una de orden político, incidiendo sobre factores económicos, y otra educativa. La Administración, en un modelo de economía social de mercado, debe paliar las tendencias del sistema que marginan a colectivos sociales, en este caso el de los jóvenes. En el momento presente, esto querría decir fundamentalmente favorecer el empleo y el acceso a la vivienda. Estamos convencidos de que más que incentivar la construcción de vivienda o la contratación laboral desde los ayuntamientos, por ejemplo, lo más eficaz es liberar suelo y promover la iniciativa social que pueda poner en el mercado viviendas pensadas para los jóvenes. Respecto al trabajo, hay que flexibilizar el mercado, desarrollar incentivos para el contratador, favorecer la iniciativa de los propios jóvenes, mejorar la formación con una perspectiva amplia... Sea como sea, es importante evitar, desde jóvenes, la dependencia del subsidio, tenga este la forma que tenga.

A nivel educativo, e incluso a nivel de conciencia social, hay que superar el consumo, el hedonismo, el hecho de poseer, como valores últimos que traen supuestamente la felicidad. Es preciso ver que el éxito social, económico e incluso personal son fruto del trabajo, del esfuerzo, de la constancia. Las familias, en primer lugar, así como la escuela y otros ámbitos educativos como los dedicados a las actividades lúdicas deben esforzarse en hacer atractiva esta exigencia. Estaría bien presentar ejemplos atractivos de éxito, fruto de los valores que proponemos. Medios de comunicación, cine, redes sociales..., sería interesante que fuéramos capaces de presentar la plenitud personal como fruto del esfuerzo y la constancia. Es necesario superar un modelo social decadente, que empobrece a la persona, donde el consumir lo es todo, aunque sirva como enriquecimiento de las compañías comerciales.

Solo saldremos reforzados de la crisis económica y solo los jóvenes lograrán un equilibrio personal maduro si integramos modelos de austeridad, de realización personal desde el trabajo, de satisfacción por el esfuerzo bien orientado. El día mundial de la juventud es una buena oportunidad para reflexionar sobre el papel de cada uno para favorecer este cambio de paradigma cultural que ayudará a los jóvenes a crecer en plenitud. El verano es un momento excepcional para evaluar el papel de cada cual en la transformación social. ¡Impliquémonos en contribuir al verdadero bienestar de los jóvenes!

Director general de la Fundació Pere

Tarrés.