Literatura 'femenina'

Ser escritora es

Se ha acabado silenciar el abuso de poder y la comodidad de los hombres a los que ya les está bien montado el sistema

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Jenn Díaz

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Ser escritora es que te citen para una entrevista y descubras que al entrevistador no le interesa tu primera novela, sino tu vida personal. Ser escritora es que te inviten a subir a la habitación de tu hotel al acabar la entrevista. Ser escritora que es que te pregunten si una chica tan guapa como tú ha escrito todos esos libros. Ser escritora es que un colega intente besarte antes de empezar la entrevista que os van a hacer. Ser escritora es que te pregunten si escribes para mujeres. Ser escritora es que te pregunten por qué tus personajes son siempre femeninos. Ser escritora es tener que buscar las referentes después de la vida académica, porque estudiarás pocas escritoras en los libros. Ser escritora es que te cataloguen como literatura femenina por el simple hecho de escribir, siendo mujer, sobre mujeres de ficción. Ser escritora es que quieran hacerte fotografías para revistas de moda y te retoquen la imagen para ser parecer más delgada. Ser escritora es especializarte en género para que en las reseñas de los periódicos generalistas alguien incluya libros escritos por mujeres. Ser escritora es, a menudo, ser la cuota de tu tertulia. Ser escritora es que te presenten al público haciendo referencia a tu físico y no a tus libros.

Hay una cosa que no es una escritora: un escritor. O eso parece, a juzgar por las diferencias.  Lo cuento, y solo basado en mi propia experiencia, porque hace unos días Júlia Barceló puso en marcha el #SerActriuÉs, y algunas, discretamente, se han ido sumando con otras profesiones. Quizá así, nombrando todas, desde nuestros sectores, lo que supone ser mujer -todavía- podremos darnos cuenta de que no importa la profesión -por más progre y moderna que sea-, de que el mal es endémico y como tal debe tratarse. No somos ninguna excepción, ninguna de nosotras, ni es una casualidad. Se ha acabado silenciar el abuso de poder y la comodidad de los hombres a los que ya les está bien montado el sistema. Se ha acabado.