Ventana de socorro

Ser de derechas

Si ya me pongo muy fantástica entonces pido, además de ser de derechas, ser hombre

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Ángeles González-Sinde

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Hay lunes que me levanto y me digo: ¡cómo me gustaría ser de derechas! Cómo desearía encender la radio y creer firmemente que, a pesar de lo que oigo, las cosas están bien: que los pobres son pobres porque no se esfuerzan; que los inmigrantes sobran y deben ser deportados; que el gobierno lo hace estupendo; que la sanidad es mejor privatizarla; que los jubilados se quejan de vicio, se dejan manipular y deben contentarse con sus pensiones; que los mercados cuanto menos regulados, mejor; que el cambio climático es una exageración; que el PP de Madrid y de Valencia no son corruptos sino víctimas de un contubernio de los medios y la oposición; que el Estatut era nefasto; que la bandera de España es preciosa; que el paro baja y las condiciones laborales de los nuevos empleos son estupendas; que los jueces fallan justamente contra las mujeres que son violadas, perdón, abusadas; y que, en definitiva, Dios aprieta, pero no ahoga.

Si ya me pongo muy fantástica entonces pido, además de ser de derechas, ser hombre. ¡Eso sí sería maravilloso! Ir por la vida convencido de que tengo razón en todo, sin que pensamientos como poner la lavadora o recoger la mesa crucen mi mente. Me encantaría ser hombre para, por ejemplo, que me importara un pepino tener barriga o quedarme calvo. Que mi apariencia a los 53 años no fuera ni una preocupación ni una ocupación. No tener que ponerme una crema para los pies, una para las manos, otra para el cuerpo, un serum en la cara, una hidratante después y un protector factor 50 de remate, total media hora invertida cada día solo en no estar reseca como una pasa (por no hablar de ciertas partes). Eso si no necesito además ir debidamente arreglada: pelo, maquillaje, modelito... ¡Quien fuera un señor para salir a la calle como se es, con canas, con arrugas, sin dietas, ni gimnasios, ni tacones, ni prendas apretadas!

Como anhelo ser ese señor de derechas, que cree tener la razón en todo, que no duda de nada, al que los demás admiran y respetan. ¡Cómo descansaría! Sin embargo… no lo logro. Nací o me hicieron de izquierdas. Tendré que conformarme.