La rueda

Ser catalán es más caro

CARLES SANS

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La mayoría de las familias catalanas gastan más de lo que ingresan. Por lo tanto, no ahorran. Y las que ahorran no gastan más de lo necesario, por lo que desciende el consumo y con él la riqueza. Así las cosas, el Govern de la Generalitat ha de financiar los gastos generales con los impuestos que recauda, los cuales en momentos de crisis se han intensificado por la vía del impuesto sobre la renta, la reforma del de patrimonio y un largo etcétera. Por otro lado, y desde el ámbito privado, las empresas que ven disminuir sus ingresos, o que intuyen que eso puede sucederles, se inventan maneras de obtener más recursos cobrando por servicios que antes se ofrecían como gratuitos (véase el caso de Whatsapp Inc., que ha decidido cobrar 0,89 euros a los usuarios de Android, o el de AENA, que viendo retirado el euro por receta le ha encontrado un nuevo destino: pagar por los carros de maletas de sus aeropuertos). Es paradójico ver cómo en tiempos en los que menos dinero tenemos se nos pide pagar más.

Además, Catalunya es la comunidad que más paga por casi todo. Un buen amigo siempre me dice que en términos económicos ser catalán es más caro que ser de otra comunidad, dice que aquí apoquinamos por todo y que debido a nuestro carácter cumplidor lo hacemos con la disciplina de un noruego. Aquí se nos imponen normas que, nos gusten o no, cumplimos a rajatabla. Este carácter cumplidor, normativo, de buen pagador, nos sitúa en el mejor de los escenarios para establecer reglas que siempre acaban siendo contributivas. Tal vez pagar más no sería tan doloroso si gracias a eso viviésemos mucho mejor que otras comunidades, pero lamentablemente no es así.

Por cierto, miren si es más caro ser catalán que en la tienda de los chinos esta mañana la bandera estelada valía 9,50 euros y la española 7,50. Lo dicho.