Al contrataque

Sensibilidad

ANA PASTOR

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Basta escuchar atentamente cualquier día, al azar, a nuestros políticos para distinguir cuáles están dotados de cierta sensibilidad y cuáles no conocen el significado de esa palabra ni les interesa. En un momento en el que la sociedad al completo está sufriendo la devastación de la crisis y, por tanto, los recortes en ámbitos vitales como la educación y la sanidad, resulta insultante tener que oír ciertas declaraciones. El número uno se lo lleva esta semana el consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha, José Ignacio Echániz, que, entrevistado en Los Desayunos de TVE, calificó el copago de medida «feliz». Sí, sí. Han leído bien.

Pongamos como ejemplo el último copago que ha entrado en vigor, el copago farmacéutico hospitalario. La gente con enfermedades crónicas o graves como cáncer, sida o hepatitis, tendrá que pagar por unas medicinas sin las que no puede vivir. Antes estaba exenta. Esto es una medida «feliz». Echániz podría haber hablado de una medida «dura» o incluso «inevitable» por la situación económica que estamos viviendo, pero optó por decir textualmente «medida feliz para la sostenibilidad del sistema sanitario español». Grandes dosis de sensibilidad. La desgracia de que un dirigente político diga algo así es triple: que no matice ni rectifique, que nadie de más arriba le llame la atención y que no sea el único caso. Él mismo dijo hace poco que el copago para los jubilados supone «solo cuatro cafés al mes». En aquel momento tuvo el detalle de disculparse. A su manera, claro: «Lamento la repercusión que ha tenido la comparación. Quizá no ha sido la más feliz y afortunada. Lo siento sinceramente si alguien lo ha podido interpretar como una banalización del esfuerzo que se pide a los ciudadanos». Otra perla más, en este caso del año pasado: «Mucha gente ha cogido una patera porque en España tenía asistencia sanitaria».

Oler la realidad de la calle

Pero como decimos, José Ignacio Echániz no es el único político con la tensión baja respecto de la sensibilidad en nuestro país. Hace unos días, Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda, ocupaba las portadas de muchos medios de comunicación al pronunciar esta frase tan comentada y tan desmentida hasta por los empresarios de la CEOE: «Los sueldos en España no han bajado, están moderando su crecimiento». Con lo fácil que hubiera sido sacar el pie del tiesto. Equivocarse y admitir el error. Sensibilidad. El otro día me contaba el periodista de Abc Borja Bergareche que una de las cosas que más le sorprendieron cuando llegó de corresponsal a Londres fue ver a los ministros y altos cargos de cualquier partido viajando en metro como el resto de ciudadanos. Quizá, ya sin la amenaza de ETA, ha llegado el momento de que nuestros políticos comiencen también a bajarse del coche oficial y huelan la realidad de la calle. Quizá así se lo pensarían antes de soltar ciertas barbaridades. Quizá. Quién sabe.