Dos miradas

Senos transparentes

Monzó es Premi d'Honor, que es un premio que nunca he entendido, porque no lo han tenido ni Carner ni Pla, y porque el honor y la literatura no tienen nada que ver

Quim Monzó en Òmnium Cultural durante el anuncio del premio.

Quim Monzó en Òmnium Cultural durante el anuncio del premio. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Una manera de recordar los libros que has amado es recordar el lugar donde los leíste. Lo recuerdo. Era el Bar Nuria, con vidrieras amplias a través de las cuales observabas y eras observado. Era un bar que abría muy temprano y que servía para que los que cerraban muy tarde -después de una noche de desenfreno- rehicieran las fuerzas con chocolate caliente.

'Uf, dijo él', sin embargo, lo terminé de leer cuando anochecía y, ese día, no tenía ninguna expectativa de cerrar muy tarde. Recuerdo que si lo tenías en las manos, si eras de los que lo había leído en la primera edición, aquella de la cubierta crema de Quaderns Crema, solo con una palmera, abajo, a la derecha, pues que, si eres de estos, pensabas que podías ligar más (o intentar ligar, como ha dicho Puntí). Eras feliz. Por muchas razones, pero sobre todo porque descubrías que en catalán se podía orgasmar o, cuando menos, se podía escribir 'orgasmar', que era todo un descubrimiento. "Mientras orgasmábamos, los vientos más cálidos hacían ondear las ramas de las palmeras", decía el chico de 'La chica del Mehari', aquel que se convertía después en "un papagayo verde amarillo en tu pecho feliz y cálido".

Ahora, Monzó es Premi d’Honor, que es un premio que nunca he entendido, porque no lo han tenido ni Carner ni Pla, y porque el honor y la literatura no tienen nada que ver. Al menos, nos sirve para volver de nuevo a "las dos senos transparentes, en los que vive toda una flora tropical".