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Señora de Roth

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Josep Maria Pou

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Fallecido Philip Roth, quedan sus novelas. El aforismo "por sus obras les conoceréis" es fácilmente aplicable al escritor que jugó a esquivarnos a todos mezclando como nadie la ficción con su propia vida. Cualquiera que lea 'El lamento de Portnoy' lo terminará convencido de haber leído una suerte de autobiografia, o al menos, parte de una autobiografia que seguirá escribiéndose en novelas posteriores, como 'La mancha humana' o 'Elegía'. Es curioso, sin embargo, que a pesar de esa voluntad del escritor de mostrarse tal cual en cada libro, haya que recurrir a un libro ajeno para conocerle mejor: me refiero al que escribió su segunda esposa, la actriz Claire Bloom, publicado aquí (Ed. Circe) con el título de 'Adiós a una casa de muñecas'.

Claire Bloom, que fue la mujer de Roth a lo largo de 17 años (desoyendo los consejos de sus amigos: "¡No te cases con Portnoy!"), escribió, al separarse, un largo memorial de agravios, describiéndolo como un misógino capaz de actuaciones que podrían considerarse maltrato psicológico cuando menos: ponerle las maletas en la calle y no dejarla entrar en casa en más de una ocasión; prohibir que la hija adolescente de Claire, fruto de un anterior matrimonio, se alojara en la misma casa que ellos; y hasta pasarle factura de varios millones de dólares como indemnización por los años vividos en compañía.

Acudí a la cena con Claire Bloom dispuesto a encontrarme con la animosa bailarina de 'Candilejas', pero me encontré con una señora de mirada triste y largos silencios

Hace un año Claire Bloom estuvo en Barcelona rodando 'Miss Dalí', de Ventura Pons, quien tuvo la amabilidad de invitarme a cenar con ella y otros compañeros de reparto en un discreto reservado del Eixample. Estuve tentado de llevarle su libro para que me lo firmara, pero desistí. E hice bien. Porque acudí a esa cena dispuesto a encontrarme con la animosa bailarina de 'Candilejas' y la genial actriz que había vuelto locos a Richard BurtonLaurence OlivierYul Brynner y Rod Steiger (su primer marido), entre otros. Pero me encontré con una señora de sonrisa educada, mirada triste y largos, muy largos silencios. Y entendí que me encontraba ante la exmujer de Philip Roth.