¿Seguimos con el carbón?

Un trabajador sobe el cargamento de carbón que transporta un tren, en el centro de China.

Un trabajador sobe el cargamento de carbón que transporta un tren, en el centro de China. / FY/DAM

Eduardo Martínez Abascal

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En las últimas semanas el carbón, tema que parecía ya obsoleto, ha saltado a la opinión pública. Iberdrola ha solicitado el cierre de dos centrales de carbón (ubicadas en Palencia Asturias) y el ministro Nadal (Industria y Energía) se ha opuesto. Según el ministro, el cierre de estas dos centrales pondría en riesgo el abastecimiento eléctrico y haría subir el precio de la electricidad para el consumidor hasta un 15%. He buscado los números para aclararme y aquí van.

En España casi un 50% de la electricidad producida viene de renovables, lo que está muy bien: hidráulica eólica sobre todo (35%) y cogeneración, otras renovables y solar. Pero tienes que tener otras fuentes alternativas de respaldo para cuando no hay agua o no hay viento. Para eso están las nucleares en primer lugar (proporcionar el 22% de la electricidad), y luego las de ciclo combinado (gas) y en último lugar las de carbón. Estas dos últimas solo entran en funcionamiento cuando la eólica o hidráulica no producen. En España tenemos un exceso de capacidad instalada de casi un 30%, es decir si todas las centrales se pusieran a producir, generarían un 30% más de la electricidad que hace falta. Claro que eso no ocurre, pues cuando hay exceso de producción las centrales de ciclo combinado (gas) paran.

La capacidad instalada de las centrales de carbón es de unos 9.000 MW (mega watios), la de gas es 25.000 MW y muchas están paradas; en 2016 centrales con capacidad de 6.000 MW estuvieron todo el año paradas. Por tanto es claro que estas centrales de carbón, por otra parte muy viejas, pueden ser sustituidas fácilmente sin que sufra para nada el suministro.

El coste de producir electricidad con carbón es el mismo que con gas, por tanto el precio para el consumidor no puede subir. La Unión Europea tiene previsto ya penalizar el uso del carbón, aumentando lo que se conoce como derechos de emisión, o precio que los usuarios de carbón tienen que pagar por contaminar; es decir la electricidad producida con carbón va a ser más cara en el futuro próximo. Además el coste de producción de la electricidad es solo un 30% del precio que paga el consumidor. Para que este precio subiera un 15%, el coste de producir electricidad debería subir un 50%, lo que es totalmente irreal.

Pero sobre todo, el carbón contamina una barbaridad y nadie lo quiere. Para colmo, resulta que el carbón hay que importarlo (no crea trabajo aquí). Para abastecer la central de Palencia había que descargar el carbón en el puerto de Santander, que mancha mucho el puerto y la ciudad. Imaginen una montaña de carbón en medio de un puerto al lado de una ciudad tan chula como Santander.

Por mandato improrrogable de la Unión Europea (UE) las minas de carbón en España cerrarán en el 2018, por tanto las centrales de carbón nacional se quedan sin abastecimiento, y el resto tienen que importarlo.

Vaya que el tema es claro. El carbón ha muerto, y hay que pensar en sustituirlo. En España tenemos fuentes sustitutivas de sobra.