No digas que fue un sueño

Ambiente en las Rambles de Barcelona, este domingo, 'diada' de Sant Jordi.

Ambiente en las Rambles de Barcelona, este domingo, 'diada' de Sant Jordi. / periodico

JORDI PUNTÍ

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Sant Jordi, todavía, y la polémica de cada año sobre la calidad literaria de los más vendidos. Recuerdo cuando, de pequeño, iba a buscar los libros que regalaban las cajas de ahorros, a cambio de ingresar dinero en la libreta. Un par de semanas antes se anunciaban los títulos de ese año y yo empezaba a calcular. Un Astérix, un libro sobre motos, los cuentos de Pere Calders... Un año regalaban 'No digas que fue un sueño', la novela de Terenci Moix que ganó el Planeta. ¡Qué negocio! “Más de un millón de ejemplares vendidos”, decía la faja. En los pueblos, como mínimo, los libreros ponían sus puestos junto a las cajas de ahorros, para cazar clientes, pero los más vendidos de ese año -o, vaya, los más regalados- ya se sabían antes.

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Hoy en día, por suerte, el panorama ha cambiado muchísimo, pero los libros más vendidos también se saben antes de Sant Jordi, sobre todo en catalán. Son nombres conocidos, famosos que aceptan propuestas editoriales de miles de euros. A veces, para disimular, los disfrazan de premios literarios con un prestigio antiguo; otras no es necesario. A pesar de todo hay diferencias: está el escritor de verdad, con un perfil público que le ayuda en la promoción -somos un país pequeño- y está el personaje público que saca un libro sabiendo que le harán caso por ser quien es.

De hecho, la trayectoria de los Sant Jordi muestra la evolución del mercado editorial catalán en las últimas décadas. Hace más de 20 años de los primeros éxitos llamados mediáticos: el doctor Joan Corbella, el libro del Terrat... Para justificarse, alguien dijo: “Es el Día del Libro, no el Día de la Literatura”. Antes no hacía falta la distinción. La cartera siempre cerca del corazón.

Hoy, con el papel de las redes sociales, la fama de los autores mediáticos se ha diversificado. Además la confusión se acentúa y nadie quiere pasar por un aprovechado de la fiesta. Se busca la coartada cultural y a menudo la solución es "hacer" una novela: la ficción como el gran reducto de la esencia del Sant Jordi de antaño. Me temo, sin embargo, que no hemos cambiado tanto: a su manera, hoy los grandes éxitos continúan financiados por los bancos y cajas de ahorros.

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