La fiesta del libro y la rosa

Sant Jordi, patrimonio universal

El 23 de abril todos conformamos una comunidad letrada, sensible, que rinde tributo al conocimiento

Ambiente en las Rambles de Barcelona, este domingo, 'diada' de Sant Jordi.

Ambiente en las Rambles de Barcelona, este domingo, 'diada' de Sant Jordi. / periodico

INÉS ARRIMADAS

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Crecí en una casa con cuatro hermanos y unos padres que nos inculcaron la necesidad y la pasión por el conocimiento. Aprendimos a querer a los libros, primero por obligación y luego por devoción. Leíamos para aprender, pero también porque se nos enseñó a amar la lectura.   Ya durante mi infancia me colé en el escondite donde Ana Frank trató de sobrevivir en Amsterdam, Bécquer me enseñó a descubrir la poesía con sencillas rimas y viajé a mundos inesperados siguiendo los pasos del coronel Aureliano Buendía.

Desde aquellos años, el Día del Libro siempre ha sido especial. En las ciudades en las que he vivido he salido a la calle cada 23 de abril para descubrir páginas nuevas que iniciaran un nuevo viaje. Y ese día se convirtió en imprescindible cuando viví por primera vez la celebración de Sant Jordi en Barcelona.

Todos los autores deberían tener la ocasión de pasar un 23 de abril en Catalunya. Cuando veo a toda una ciudad entregada y a los escritores rodeados de gente y rosas, hablando con los lectores , dedicando sus obras a veces frente a largas colas de admiradores entusiastas, pienso que esto tiene que dar más sentido incluso al oficio de escribir.

UN DÍA MÁGICO

Para ellos y para los lectores, el 23 de abril es un día mágico. Es un homenaje al conocimiento y a la cultura, a la amistad y la concordia. Un tributo a valores como la generosidad y la cortesía. Sant Jordi es un lugar de encuentro en el que la primavera estalla entre rosas y libros. La tradición de regalarlos nos habla de belleza y humanismo, de amor por la vida y por las cosas hermosas. El mismo día que murió Cervantes es cuando mejor se celebran algunos de los principios universales del 'Quijote'.

Por Sant Jordi, las calles catalanas se llenan de un particular espíritu de comunidad. Hay personas de todas las edades y orígenes curioseando entre las paradas y participando en el intercambio de rosas. El aire huele a flores y a papel. Las escuelas y los centros cívicos celebran concursos literarios. Los niños escuchan cuentos que hablan de dragones y van aprendiendo a amar la lectura y la escritura.

EL VALOR DE LA PALABRA ESCRITA

El 23 de abril todos conformamos una comunidad letrada, sensible, unida alrededor de una celebración que rinde un tributo genuino al conocimiento. El 23 de abril se celebra en muchos lugares, pero nadie ha hallado mejor forma de reivindicar el valor de la palabra escrita que mediante el trasiego de rosas y libros entre amigos, familias y enamorados.

Por eso, desde Ciudadanos consideramos que esta fiesta debería ser reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y así lo solicitamos en el Congreso de los Diputados con una propuesta que se aprobó por unanimidad. Ahora nos toca trabajar a todos juntos para proyectar al mundo esta fiesta. Porque Sant Jordi es de todos y para todos: la fiesta del libro y la rosa constituye el mejor ejemplo de convivencia.