Gana Sísifo, pierde Rajoy

Con su epopeya, Sánchez regresa de entre los muertos y jubila a los dioses del viejo PSOE, además de dar verosimilitud a una futura moción de censura

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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La epopeya de Pedro Sánchez evoca el mito de Sísifo, astuto fundador de Corinto que logró burlar a la muerte y hasta engañar a los dioses. La condena fue ejemplar: vagar por el Inframundo empujando cuesta arriba una roca que, llegada a la cima, rodaba ladera abajo. Y vuelta a empezar. Por negarse a morir, Sísifo jamás hallaría descanso.

También Sánchez quiso engañar a los dioses socialistas, pues aceptó su amparo en las primarias del 2014 y pronto decidió librarse de tan pesado lastre. Su condena fue empujar la roca del PSOE en solitario, mientras Susana Díaz, los barones y la vieja guardia frenaban cualquier avance.

A las zancadillas de los suyos se sumaron, tras las elecciones del 2015, las de los guerreros podemitas, para regocijo del impasible Zeus de la Moncloa. Solo Ciudadanos le echó una mano, mas la pendiente era demasiado pronunciada para tan débil empuje.

El Olimpo de Ferraz se conjuró para enviarlo al averno tras la repetición electoral del 2016. Sus tretas y escaramuzas serían ya en vano: aferrado al ‘no es no’, fue sacrificado ante el comité federal y él mismo se inmoló al dejar su escaño.

Pudo entonces resignarse, pero prefirió reinventarse: de liberal socialista a izquierdista rebelde, chupa de cuero frente al ‘establishment’; de repudiar el apoyo independentista a abrazar la España plurinacional; de liderar el aparato a amotinar a la militancia…

Esta vez la roca no se ha deslizado ladera abajo: Sánchez ha regresado de entre los muertos y jubilado a todos los jerarcas del PSOE desde Suresnes hasta la fecha, incapaces de aupar a Díaz al trono de Ferraz.

CAPITULACIÓN O LIQUIDACIÓN

La derrota infligida a la ‘lideresa’ andaluza es cruel, irreparable, pero en sus manos y las de sus acólitos está firmar la capitulación, entregando armas y bagajes, o seguir guerreando hasta que del PSOE no queden ni las siglas. 

El otro gran perdedor de las primarias socialistas es Mariano Rajoy. En adelante gobernará bajo la amenaza de una moción de censura aritméticamente factible que encarecerá sus apoyos y agravará sus padecimientos. Y no parece que empujar pedruscos cuesta arriba vaya mucho con su carácter.