AL CONTRATAQUE

San Valentín

Es el día de los que para vivir al límite no necesitan tirarse en parapente

Una pareja de enamorados

Una pareja de enamorados / periodico

MILENA BUSQUETS

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San Valentín es el día de las personas que son capaces de mirar el teléfono móvil cincuenta veces en dos minutos para ver si han recibido un wasap o una llamada. Es el día de los que son capaces de pasar una semana sin dormir de felicidad y una semana en la cama llorando. El día de los que cumplen todas las promesas y el de los que sufren como animales. El de los que viven en permanencia en una realidad aumentada. Es el día de los enfermos. El de los muertos de hambre y el de los que caminan casi sin rozar el suelo. El día de los que pueden escuchar la misma canción cien mil veces seguidas. El día de los que canturrean. 

El día de los benditos y de los desgraciados, de los chalados y de los iluminados. El día de los que padecen la única enfermedad mortal de la que uno no muere. El día de los zombis y el de los que ríen como tontos por todo y tienen las mejillas sonrosadas y la mirada lejana y un poco maníaca. El día de los que son capaces de describir con todo lujo de detalles el lóbulo de una oreja. El día de los aventureros y de los valientes. El día de los ciegos y de los híper lúcidos y de los obsesos.  

El día de los que solo quieren cinco minutos más. El día de los que solo quieren más. El día de los suertudos y el día de los que pringan y pringan. El día de los que se visten pensando en desnudarse. El de los tontos de remate. El de los que no calculan nada. El de los que lo dan todo porque es lo único que tienen. El de los que no ven lo que tienen delante de las narices. El de los enajenados. Es el día de los adolescentes de todas las edades. El día de los que para vivir al límite no necesitan tirarse en parapente. 

Los que lo poseen todo

El día de los que se alimentan del aire y el de los que rebautizan a la persona amada e inventan un lenguaje nuevo cada vez que hablan con ella. El de los heridos que se desangran por las calles. El de los que han reducido la humanidad entera a una persona. El de los que pierden los papeles. El día de los que leen libros de poesía. El de los que ya no pueden disfrutar de nada solos. Es el día de los enjaulados, de los esclavos, de los increíblemente suertudos, de los que como los búhos pasan las noches en vela. 

Es el día de los que se han convertido en espías y en detectives privados. El de los que no pueden escuchar un nombre sin estremecerse. El de los que ya no son dueños de su propio cuerpo. El de los que sienten celos del pasado. El día de los que pueden ver caer bombas sin inmutarse pero perder la cabeza por una llamada sin respuesta. El de los que al cabo de unos años serán incapaces de explicar lo qué les pasó.

No hace falta que les regalen nada, ya lo poseen todo.