El crecimiento tras la crisis

La salud de la economía española

No podemos cometer el error de pensar que la economía ya está en condiciones de aguantar lo que le echen

Operarios de la fábrica de Seat en Martorell, trabajando con brazos robotizados.

Operarios de la fábrica de Seat en Martorell, trabajando con brazos robotizados.

ANTONIO ARGANDOÑA

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Cuando yo cursaba la carrera de Económicas conocí a un estudiante de Arquitectura que solía afirmar, muy serio, que las paredes de las casas debían empapelarse, no pintarse, porque el engrudo, decía, «aguanta mucho». Nunca conseguí enterarme de si lo decía en serio o solo era una broma. Pero sí me he preguntado, a menudo, cuál es el engrudo de la economía española. Y debe ser un material que «aguanta mucho», vistos los terremotos que nos han asaltado en los últimos 10 años. 

Por ahora, me inclino a pensar que ese material es la inercia, esa fuerza que está presente en aquel dicho catalán de 'qui dia passa, any empeny', que se puede traducir como el que pasa un día, empuja un año. En efecto, pensemos cuáles han sido algunas de las debilidades de nuestra economía desde el inicio de la crisis. Una es el déficit público: si hubiésemos tenido que reducirlo rápidamente, sea conteniendo el gasto, sea aumentando los ingresos, la recesión habría resultado muchísimo mayor. 

UNA DEUDA AÚN DEMASIADO ALTA

Pero hicimos esfuerzos moderados, no demasiado costosos, a pesar de lo que dicen los que critican a nuestros Gobiernos por el 'austericidio' cometido; y el crecimiento sostenido y repetido de la economía ha permitido aumentar los ingresos y reducir poco a poco el déficit. El problema no ha desaparecido –la deuda es todavía demasiado alta–, pero, si las cosas no empeoran, la inercia irá quitando importancia al saldo de las cuentas públicas.

Otro problema fue, tradicionalmente, el déficit exterior, o sea, la tendencia creciente a endeudarnos con el resto del mundo, que tuvo un papel crucial en el estallido de la crisis. Cuando esta se produjo, redujimos el uso de nuestros costes, fomentamos la presencia de nuestras exportaciones en los mercados internacionales y aprovechamos la recuperación internacional para reducir nuestras inversiones, que estaban llenas de ladrillos, ahorrar un poco más y convertir el déficit corriente en superávit. Otra vez, estamos lejos del país de Jauja, pero el endeudamiento exterior se va reduciendo. Si mantenemos esta situación, las cosas irán mejor.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El crecimiento\u00a0","text":"sostenido y repetido de la econom\u00eda ha permitido aumentar los ingresos y reducir poco a poco el d\u00e9ficit"}}Otro problema es la creación de empleo. También aquí el punto de partida es ese sacrificio importante que ahora se han propuesto abolir algunos partidos, consistente en aumentar la flexibilidad laboral, moderar el crecimiento de los salarios y reducir el peso de los costes de despido. La consecuencia ha sido una creación de empleo elevada, que reduce las tasas de paro de manera continuada. Es verdad que los contratos no tienen la duración que tuvieron hace años, pero las expectativas van mejorando. Si el crecimiento económico mantiene su senda, nuestro mercado laboral seguirá mejorando.

LOS PROBLEMAS SIGUEN VIVOS

O sea que… me he convertido en continuista: «quien día pasa, año empuja». Pero esto no quiere decir que la economía española goce de una excelente salud, porque los problemas siguen vivos: además del déficit público, del endeudamiento exterior y de la precariedad laboral, tenemos agujeros grandes en nuestro sistema de pensiones, en la sostenibilidad de nuestro estado del bienestar, en la calidad de nuestro sistema educativo, en el tamaño de nuestras empresas exportadoras, en el gasto en I+D+i (Investigación, desarrollo, innovación), en la estructura impositiva de nuestras familias y de nuestras empresas, en la distribución de la renta…

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Lo bueno de la situación actual es que la casa aguanta las pequeñas sacudidas de cada día. Y lo malo es que nos lleva a descuidar su mantenimiento y, sobre todo, las reformas que necesita, de modo que, si llegan sacudidas más fuertes, podemos encontrarnos con grietas en nuestras paredes. Hace unos meses nos preocupaba el precio de la energía; ahora no tanto, pero el saldo de nuestra balanza exterior no es a prueba de crisis. Los tipos de interés están subiendo, y las expectativas de una regularización de la política monetaria del Banco Central Europeo van avanzando, con alegría de unos y, lógicamente, con el riesgo de que esto descoloque nuestras cuentas públicas, genere mayores costes de financiación y descabalgue nuestro saldo exterior. La política laboral está todavía muy lejos de un estado satisfactorio, y los políticos parece que no se han enterado de las consecuencias que tendría para la inercia de nuestra economía un frenazo en la creación de ocupación.

La economía española disfruta de buena salud, si la comparamos con cómo estaba hace unos pocos años. Pero no podemos cometer el error de pensar que ya está en condiciones de aguantar lo que le echen...