Rumores y noticias

Libros de estilo, códigos deontológicos y estatutos profesionales de los más prestigiosos periódicos señalan como error clamoroso publicar como noticia lo que solo es un rumor. Es decir, para que un hecho adquiera la categoría de noticia debe ser veraz y estar contrastado. Lo contrario, las habladurías, especulaciones e insidias no deberían tener cabida en las páginas de los diarios que presumen de rigor.

Sin embargo, la rumorología avanza en los medios de comunicación, incluso en los más serios, potenciada, además, por internet. Porque el bulo no es patrimonio exclusivo de los programas televisivos cocinados con salsa de tomate. Estos días asistimos a verdaderos terremotos en los mercados financieros desencadenados por rumores filtrados interesadamente y publicados sin pestañear por agencias y rotativos con etiqueta de respetables.

España es, en parte por su mala cabeza, víctima de estas prácticas. Medios tan serios como el Frankfurter Allgemeine Zeitung o el Financial Times Deutschland han publicado estos días el rumor –sin atribución de fuentes– de que España va a tener que recurrir al fondo de rescate creado por la UE para países en quiebra. Los desmentidos fueron inmediatos en Madrid y en Bruselas, pero el daño ya estaba hecho. En este caso, no es un perjuicio moral, sino un estropicio que puede contarse en euros. En millones de euros.

La gran conspiración

En un país históricamente inclinado a sentirse víctima de una conspiración internacional –desde Felipe II hasta Franco–, sería malo no admitir que los ataques de los mercados se basan en una debilidad real: mucha deuda, mucho paro, poco crecimiento. Pero dicho esto, no deja de resultar inquietante que unos piratas puedan usar los medios de comunicación más influyentes del mundo para sacar tajada después de haber olido la sangre.

El muy competente portavoz de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, el catalán Amadeu Altafaj, tuvo que desmentir el lunes rumores propagados desde Berlín. Cuando lo hizo, el Ibex ya había sufrido el enésimo revolcón.