NÓMADAS Y VIAJANTES

Ruleta rusa en Siria

RAMÓN LOBO

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El líder de Hizbulá, el jequeHassan Nasralá,enemigo público y privado número uno de Israel, no ha debido leer demasiado sobre el estadounidenseJohn F. Kennedyy el soviéticoLeonidas Brezhnev. Si lo hubiera hecho, sabría de los errores cometidos en Vietnam y Afganistán. La decisión de implicar a su movimiento en la guerra civil de Siria, al lado de las tropas deBashar el Asad,conlleva riesgos. No hacerlo, más. De la supervivencia del régimen de Damasco, aliado de Irán, depende la suya. Sin los suministros que llegan vía Siria, Hizbulá no sería un rival para Israel; tampoco podría mantener su estatus armado en el Líbano.

Nasraláes un hombre inteligente, un gran estratega guerrillero. Cuando las tropas israelís invadieron el Líbano en 1982 para expulsar a la OLP, los chiís del sur les recibieron con flores porque les liberaban de los palestinos. Cuando descubrieron que los liberadores eran ocupantes, las flores se tornaron en fusiles. De ellos y de los coches bomba de Beirut nació Hizbulá, el Partido de Dios.

Tras años de emboscadas y ataques, Israel optó por retirarse del sur del Líbano en el 2000 dejando una cuenta pendiente con Hizbulá.

En la guerra del verano del 2006, Israel no pudo aplastar aNasralá,que le planteó serios problemas en el terreno. Aquella guerra fue una victoria mediática para los milicianos de Hizbulá, elevados a la categoría de héroes en el mundo musulmán. Ya son dos las cuentas pendientes y nadie duda de que habrá un nuevo enfrentamiento.

En Siria se libran al menos dos guerras simultáneas: la civil entre una mayoría suní y una minoría alauí (emparentados con los chiís) y la de EEUU-Israel contra Irán. Si cae Asad, como pretenden, se quebraría el eje chií Teherán-Bagdad-Damasco-Hizbulá. Aislado Irán, todo sería más fácil en la crisis nuclear.

Esa es la teoría; la práctica es que tampoco Barack Obamay el primer ministro israelí,Binyamin Netanyahu, han debido leer demasiado sobreKennedyyBrezhnev.

La política internacional se mueve en un cortoplacismo irritante. ¿Para qué tanto asesor, gurú y centros de estudio si nadie les hace caso? Se toman decisiones más cercanas a la incompetencia que al desconocimiento, que también. Así se explican los desastres de Afganistán e Irak, y el no tan lejano de Somalia, cuando las tropas estadounidenses desembarcaron en 1993 en una operación humanitaria para tomar partido por uno de los señores de la guerra. Después vino Black Hawk Derribado, los muertos.

Lo que empezó como otra primavera árabe hace dos años ha degenerado en una guerra sucia, peligrosa. Los rebeldes sirios rechazan a la oposición política que reconoce Occidente. El Ejército Libre de Siria, la primera insurgencia a la que los medios de comunicación otorgaron el papel de 'bueno', tiene graves problemas de suministros. Le ha salido un rival interno en el protagonismo de la lucha contraAsad:Jabhat al Nusra, que dispone de armas y dinero y le roba milicianos. Al Nusra es menos 'bueno' porque ha declarado su lealtad a Al Qaeda. En sus filas combaten yihadistas internacionales que antes lucharon en Afganistán, Irak y Libia.

EEUU y sus aliados han impulsado desde el 2003 la caída de dos regímenes árabes laicos, dos muros de contención contra el islamismo radical: el deSadam Huseiny el deMuammar Gadafi. Asadpuede ser el tercero. Sin duda eran dictadores, violadores de los derechos humanos, personas indeseables. ¿Y Arabia Saudí? ¿Cuál es la estrategia de Occidente? La de Israel parece clara: la confusión le protege; todo lo que perjudique a Hizbulá, le beneficia. Otro cortoplacismo. ¿Beneficiará en un futuro estar rodeado de regímenes islamistas que predican la guerra santa?

La falacia del embargo

Parece que el conflicto sirio va para largo. Moscú envía misiles S-300 mientras que Israel promete bombardear todo suministro. Europa, ¡qué novedad!, duda. No se renueva el embargo de armas, una falacia porque todos vendían armas durante la prohibición, y se permite que la guerra continúe. Los últimos avances de las tropas deAsaden varios frentes pueden deberse a la presencia de milicianos de Hezbolá, expertos en guerrilla urbana.

Sería una ironía que este grupo libanés, que Estados Unidos e Israel consideran terrorista, termine haciendo el trabajo sucio en la guerra contra Al Qaeda y sus franquicias. La guerra genera extraños compañeros de cama, que diríaWinston Churchill.Pero para llegar a eso son necesarios líderes con una visión estratégica, capaces de pensar más allá de los periodos electorales, capaces de ver el mundo dentro de veinte, treinta años.

Los mismos que no saben qué hacer en Siria tampoco saben qué hacer con la crisis económica. No son tiempos de Maquiavelos; son tiempos de la conjura de los necios, de los poca cosa.