El Radar
Rufián y la cobra de Chenoa y Bisbal
Muchos lectores critican el tratamiento de noticias como el supuesto 'no beso' de los cantantes de 'Operación Triunfo'
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
Si la importancia la midiéramos en términos de interés, es decir, si la valoráramos cuantitativa y no cualitativamente, los reyes de la semana han sido Gabriel Rufían, Gabriel RufíanDavid Bisbal, Chenoa y la cobra. Pedro Sánchez, entrevista con Jordi Évole mediante, ha intentado meter baza, y a pesar de que no estuvieron nada mal ni la audiencia, ni la potencia y la duración de su trending topic, ni el impacto político de sus declaraciones, en términos de interés mira desde la parte baja del cajón a Rufián, Chenoa, David Bisbal y, mecachis, la cobra. Hijo de su tiempo, una condición que ni siquiera sus detractores le niegan, Íñigo Errejón logró juntarlo todo en un tuit: "Bisbal tratando a Chenoa como Rajoy al PSOE". No cuesta mucho imaginar a Rufián lamentándose de que no pudo incorporar esta frase en su diatriba contra el PSOE en el Congreso durante la sesión de investidura de Rajoy. Tampoco cuesta imaginar a quienes decidieron que un Telediario de TVE debía abrir con la cobra argumentar: si hasta Errejón habla del tema...
Ha habido críticas a TVE por esta decisión, de la misma forma que ha habido muchos comentarios esta semana sobre el tiempo, espacio y consideración jerárquica que los medios le hemos dado a la dichosa cobra de Bisbal y Chenoa ("Una cobra que se ha convertido en anaconda", titulaba su carta Marta Cupons, de Barcelona). Son críticas habituales a los medios de comunicación, por banalizar la realidad, por dedicar tiempo y espacio a asuntos que solo buscan audiencia y no a los asuntos importantes. Cuando los medios banalizan, la sociedad se vuelve más tonta, se argumenta. Y así, por ejemplo, una de las cartas más leídas y viralizadas de este año en Entre Todos es la que escribió Núria Carreras, administrativa de banyoles, y se tituló ¿Cómo puede cobrar más un tertuliano o un tronista que un médico?
'ASTRAL' Y OT
Hace unas semanas, cuando Jordi Évole emitió en Salvados el documental Astral se desató un gran debate porque esa noche el documental sobre el reencuentro de los concursantes de Operación Triunfo cosechó más audiencia. "La audiencia ha decidido que pierdan los refugiados", se lamentaba Mireya Maldonado desde Deba. Es evidente que unos datos audiencias no pueden definir la totalidad de la población de un país, pero Astral no era un Salvados cualquiera, era un programa que debería ver cualquier persona que no quiere estar al margen del drama que están viviendo miles de personas en el Mediterráneo", escribió Adrià Huertas, de Barcelona. "Por muy puestos y preocupados –cada cual sabrá cuánto– que estemos en los sucesos contemporáneos, buenos y malos a veces, apartar la mirada durante unos minutos del problema real no significa ignorar que exista. Así, la guerra de las audiencias es tan absurda como inútil, porque, al fin y al cabo, ver la televisión en la comodidad de casa, sea el canal que sea, significa lo mismo, simple y llanamente: ver la televisión", se defendía Óscar Guerrero, de Vilanova i la Geltrú.
Aquel día, la audiencia tenía dos opciones nítidas, y eligió. En las redes sociales, no hay medios de comunicación que ejerzan de intermediarios, y los temas que generan interés –por lo que sea– ganan por goleada a los importantes: la cobra fue imbatible y, de informarse solo por Twitter, uno diría que nada pasó el sábado en el Congreso más allá del fenomenal zasca que le propinó Rufián al PSOE. De hecho, el proceso de un tiempo a esta parte es que los medios miran de qué habla la gente en las redes para convertirlo en noticia. En muchas ocasiones, son informaciones banales, sin ninguna importancia. Pero generan interés. Entretienen. Tienen morbo. En el dilema del huevo y la gallina, hoy muchas veces los medios van nítidamente detrás de las redes.
SOLO UN TUIT
¿Es bueno, es malo, somos peores o mejores como sociedad, nos da igual lo que les sucede a los refugiados, qué clase de país somos que se escandaliza de la cobra y no de que Cristóbal Montoro siga en el Gobierno? No deberíamos tomar la audiencia y los hashtags como un retrato fijo de la sociedad. La conversación pública es demasiado compleja como para ser tan reduccionista. A veces, un tuit solo es un tuit.
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