Opinión | IDEAS

Xavier Bru de Sala

Escritor y periodista.

Xavier Bru de Sala

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Miró y Malet

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zentauroepp38092372 icult foto pere francesch la directora de la fundac180101173556 / PERE FRANCESCH

Hace 37 años que Rosa Maria Malet fue nombrada directora de la Fundació Miró. Ahora que lo ha dejado, llega el momento de explicar por qué no se le han rendido los homenajes que sin duda merece. Es una cuestión de actitud. Malet siempre ha preferido bajar un escalón o simular que daba un paso atrás, sobre todo cuando sus interlocutores o competidores se dedicaban a sacar más pecho del que tenían.

En un país de gente más infatuada que preparada, Malet se ha ganado la plaza a pulso, día a día, año tras año

En un país de gente más infatuada que preparada, la directora de la Miró se ha ganado la plaza a pulso, día a día, año tras año, tanto por su profesionalidad y buen criterio como por la visión estratégica y la adaptación a las posibilidades, siempre insuficientes -sobre todo por la parte de la financiación- pero de las que ha sabido sacar el máximo rendimiento. De este modo, la fundación ha hecho honor al singular modus operandi del artista, apasionado de la rebelión contra los límites que los demás daban por inamovibles. Miró debe de ser el único entre los grandes del siglo XX que llegó a lo más alto como si nada, sin propinar un codazo. Entre tanto vanguardismo académico -concepto que Cirici Pellicer aplicó a Tàpies en una cena en casa de Joan Brossa que no terminó con heridos de milagro-, Miró llegó a los 90 años sin conocer el miedo a la libertad creativa y sin exigir nada para él, tan modesto como impertérrito ante la incomprensión y el vacío de los que muy a menudo fue objeto.

Como buena discípula, Rosa Maria Malet casi ha simulado que no existía, pero su legado es incuestionable: la Miró es un referente internacional de primer orden que ha marcado los caminos seguidos luego por otros. Si los barceloneses supieran reconocerle el mérito, pondrían en práctica una frase de Brossa, "las manos me escuecen de tanto aplaudir", y esta gran dama de la cultura que debería ser nombrada directora honorífica miraría a ambos lados como si no fuese con ella.