Los jueves, economía

El rompecabezas griego

Lo más probable es que Atenas suspenda pagos pero la UE le permita permanecer en la zona euro

ANTÓN COSTAS

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¿Qué pasará con Grecia? ¿Acabará saliendo del euro? En cualquier caso, ¿cómo nos afectará a nosotros? Preguntas de este tipo surgen en cualquier conferencia o reunión en la que se hable de la situación económica, ya sea europea o española.

Posiblemente este interés tiene que ver con dos factores. Por un lado, con la expectativa con que fue acogido el triunfo de Syriza en los países europeos que más han sufrido la mala gestión económica de la crisis y la austeridad impuesta por las autoridades europeas. Por otro, con la personalidad del nuevo ministro de Economía, Yanis Varoufakis, cuyo perfil de personaje de tragedia griega dio lugar a un idilio momentáneo con los medios de comunicación.

Varoufakis planteó la negociación con la antigua troika, es decir, con la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), como si se tratara del juego del gallina. Es decir, formular posiciones maximalistas y ver quién se arrugaba antes y cedía.

En principio, Varoufakis logró una prórroga para pagar, mientras negociaba a lo largo de estos tres últimos meses ese plan de reformas. Pero la situación parece acercarse al límite. El problema inmediato es que el Gobierno griego carece de recursos para hacer frente a los pagos inminentes. Tanto a los prestamistas internacionales, fundamentalmente al FMI y al BCE, como a los compromisos internos con los empleados públicos y los pensionistas.

¿Cómo se acabará resolviendo este rompecabezas griego? Expresado en forma de un teorema lógico, mi razonamiento tiene tres pasos. Primero, Grecia solo tiene dos opciones: hacer una suspensión de pagos (default Segundo, Grecia no puede salir del euro. Tercero, por lo tanto Grecia tendrá que hacer suspensión de pagos permaneciendo dentro del euro. Veamos con un poco más de detalle la lógica de esta conclusión.

Primero. Hay acuerdo sobre la imposibilidad de que Grecia pueda hacer frente a sus compromisos de pago, tanto externos como internos. Ahora solo le cabe dejar de pagar a sus empleados públicos y pensionistas o dejar de pagar a sus prestamistas externos. Es decir, hacer un default, una suspensión de pagos. O salir del euro y comenzar de nuevo en una situación muy difícil.

Segundo. Pese a que se dice que ahora Europa está más preparada para afrontar las consecuencias que se derivarían de una salida de Grecia del euro, los riesgos serían enormes. Los prestamistas pensarían que, si Grecia ha tenido que abandonar, nada impide que en el futuro alguien más deba hacerlo. La reputación del euro quedaría dañada de forma irreversible.

Tercero. Por lo tanto, habrá que permitir que Grecia haga suspensión de pagos siguiendo dentro del euro.

Como no hay mal que por bien no venga, esta solución sería novedosa. Puede significar un avance extraordinario en los mecanismos de funcionamiento de la zona euro, acercándola al comportamiento de una unión monetaria y política de verdad.

Fíjense en lo ocurrido al inicio de la crisis en California. Tuvo que hacer suspensión de pagos, pero a nadie se le ocurrió que eso implicara salir del área del dólar. Visto así, la solución al rompecabezas griego puede significar un avance tan importante para ir más allá de la lógica actual del euro como lo fue la crisis bancaria.

En todo caso, esa solución requiere que el Gobierno griego presente a sus socios europeos un plan de reforma y modernización de la economía y de la Administración griega. Según ha dicho el propio Varoufakis en un artículo publicado el 23 de abril en la red Project Syndicate, A New Deal for Greece, hay un gran acuerdo sobre el contenido de ese plan.

Pero la estrategia del gallina de Varoufakis no tiene ya más recorrido. Y posiblemente necesita un mártir. Aislado en Europa y cuestionado en su país, Varoufakis ha reaccionado con arrogancia. En un tuit, esta semana respondió utilizando una frase pronunciada en 1936 por el presidente de EEUU Franklin D. Roosevelt cuando, en medio de la Gran Depresión y frente al rechazo por los conservadores de sus medidas del New Deal, afirmó: «Son unánimes en su odio hacia mí. Y yo doy su bienvenida al odio». Pero en boca de Varoufakis suena a despedida.

Y así parece haber ocurrido. El primer ministro Tsipras acaba de anunciar que el equipo negociador griego será coordinado por el catedrático de Economía Efelidis Tsakalotos, actual número dos del Ministerio de Exteriores. Ahora hay que alcanzar un acuerdo que permita a Grecia un default parcial permaneciendo dentro del euro, a cambio de un verdadero programa de modernización interno.

En mi opinión, este es el resultado más probable. Pero se me escapa cómo se llegará a él. Dice la Biblia que los caminos del Señor son inescrutables. Lo mismo ocurre con la salida del rompecabezas griego.