Al contrataque

Reyes, mitología y estupidez

Yo estaría a favor de los países o los procesos que supiesen dar esta tranquilidad de espíritu a sus ciudadanos

La alcaldesa, Ada Colau, recibe a los Reyes Magos.

La alcaldesa, Ada Colau, recibe a los Reyes Magos. / periodico

XAVIER SARDÀ

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Huelga de actualidad. Debería existir una empresa pública que nos dejase sin agobios existenciales. Alguien debería dar explicaciones del porqué de tanta conciencia en el cuerpo de un mamífero de tan pocas prestaciones. ¿Se puede saber por qué sabemos tanto? Por lo visto, hay un momento crucial en esto de la evolución, que es cuando aprendimos a imaginar que un trozo de madera con forma de león nos podía proteger. Ya estuvo liada: la ficción como bálsamo de un cerebro que se asustaba de sus propias intuiciones. Y a pensar y a sabernos mortales, sin poder huir de nuestros cuerpos a menudo hechos menudillos y extenuados.

La empresa pública se encargaría (quizá por reverberaciones crio-magnéticas) de dejar a cada cual en el saboreable punto vital de olvidarse de la muerte. Fíjense que en la Seguridad Social cada día dan sentencias de muerte y allí cada cual se las componga como mejor pueda ante tan atroz veredicto. Oigan, si no tuviésemos la impepinable conciencia (única especie) de la muerte, esto sería bastante más llevadero. Los pesimistas dirán que empeoraría nuestra condición humana y que no evitaríamos el homicidio. Luego lo hablamos.

VIVIR SIN INTEGRISMOS

Yo estaría a favor de los países o los procesos que supiesen dar esta tranquilidad de espíritu a sus ciudadanos. No se trata de estupidizar. Se trata de que los humanos lleguen a este mundo como el resto de especies, que viven indolentemente ante  la puñeterísima finitud existencial. Imagino que viviéramos sin acojones ni integrismos apocalípticos…

¿Que científicamente no es posible? Pues muy bien, hágase por la vía de la creencia. No es tan raro. En la vida nos hacen creer que existen los Reyes Magos, que existe el Ratoncito Pérez, que existe Papá Noel, que existen serafines, virtudes, arcángeles, que los hombres vienen de las rocas según los incas, de la hierba según los zulús, de arcilla y la mujer de la costilla de Adán según la tradición judaica, nos hacen creer en países que no son más que mitos, nos hacen creer en banderas y emblemas también míticos, y además creemos en dioses varios. Siendo así, ¿no podrían callarse lo de la muerte? ¿No es lo cierto que el enigma de los Reyes Magos, Papá Noel y dicho ratón se mantiene durante casi ocho años? ¿Por qué no hacer lo mismo con la muerte, pero durante 90 años? No es tanto pedir. Que los senectos nos engañen, oigan. Miren si la mitología tiene peso, que Lluís Llach se ha creído lo de que somos el tercer polo de Europa.

En relación al homicidio como recordatorio de nuestra mortalidad, abriríamos la tesis de que la única muerte posible sería la incidental. Pocos tememos morir asesinados, pero todos sabemos que vamos a morir. ¿Podría el crimen autoproscribirse? Perdón.