ANÁLISIS DE LA CHAMPIONS
El rey (Messi) y el príncipe (Arthur)
El Barça se vistió de Wembley y le hizo un traje al Tottenham. Cómo cambian los argumentos en seis días. De los accidentes ligueros ante el Leganés y el Athletic a la pole alcanzada en el templo donde Koeman elevó la ideología del gran profeta (1992) para ser prolongada por Messi con el mejor discípulo de Cruyff (2011). En Wembley no podían fallar.
Sarri, otro sabio del balón aunque de diferente manera de los cruyffistas, advirtió hace poco que para que una figura del balón (se refería a Hazard) llegue a lo más alto debe cultivar la mente con el mismo ahínco que el cuerpo. La recompensa acaba llegando, decía el italiano. La exhibición de Messi anoche es el mejor ejemplo.
Hubo un clic en el cerebro del argentino con el que se exigió rescatar lo mejor de sí mismo y de sus compañeros. Un clic que activó saliendo el último del vestuario, buscando al niño que le tocaba para desfilar bajo el himno de la Champions y poniéndose a repartir juego y a correr como nunca. Por fin pudo contar con Arthur en la caballería. La irrupción del centrocampista brasileño fue una mala noticia para el melancólico Dembelé, reservado en el banquillo, y una satisfacción exclusiva para esos barcelonistas que sueñan con la versión 2018 de Iniesta El príncipe Arthur al servicio del rey Messi.
El gesto inquieto de Valverde
La tele nos mostró a un Valverde desencorbatado, de gesto contenido, casi agrio, la imagen del chófer que pasea desorientado en la cuneta tras un volantazo en la autovía. Superviviente de dos "accidentes" consecutivos, el entrenador que también sabe de terremotos y de amaneceres rojos refugiaba la tensión en los bolsillos del pantalón. Quizá rumbiaba el convencimiento de que Wembley era ese faro que vislumbró Rafa Tapounet en la víspera.La tripulación no le falló con Messi al timón y con Busquets, Rakitic, Arthur, Suárez y Alba como mejores remeros. El Barça de Wembley recuperó el rondo(admirable el del minuto 69) y la potencia (el cañonazo de Rakitic del 0-2). Con el 2-4 de Messi, Valverde recobró la media sonrisa del buen retratista.
Dos tonterías como apunte final: 1) Coco Lamela, metido en todos los líos para frenar al enemigo, luce apellido de jueza severísima. Con 12 añitos casi fichó por el Barça. Y 2) Luis Suárez sigue sin marcar en Champions. Ni afeitándose la barba el uruguayo rompió el maleficio de tres años.
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