La clave
El reverso del 1-O
Manifestantes pegando a policías y guardias civiles, mossos aporreando a independentistas, los CDR amenazando al Govern... Como Alicia, el soberanismo ha cruzado el espejo
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Catalunya está viviendo sus jornadas más extrañas. Este sábado, por ejemplo, en las calles de Barcelona se ha vivido el reverso de los tristes acontecimientos de hace un año. Si el 1-O fueron las fuerzas del Estado las que se ensañaron en algunos colegios electorales contra quienes creían defender las urnas y la democracia, esta vez han sido los independentistas quienes han acosado y agredido a los guardias civiles y policías nacionales que pretendían manifestarse por las calles de la ciudad. Si un año atrás los Mossos d'Esquadra asistían, entre estupefactos e impotentes, a una somanta de porrazos a cargo de los 'piolines', en esta ocasión han desenfundado sus porras para repeler a la masa soberanista. Entonces el Govern clamaba contra los excesos de Mariano Rajoy; hoy los CDR amenazan a 'president' Quim Torra y al 'conseller' Miquel Buch: "Traidores, lo pagaréis."Quim TorraMiquel Buch
6.000 independentistas movilizados para abortar una manifestación autorizada del sindicato Jusapol, de apenas 1.800 personas. Una acampada preventiva promovida por la ANC, la CUP y los CDR. Lanzamiento de pintura, insultos, agresiones, enfrentamientos con los Mossos, cargas policiales... Seis detenidos y 24 heridos leves. Ni una sola condena oficial. El tópico de que en las marchas soberanistas "no se rompe ni una papelera", hecho añicos.
Cisma interno
La pregonada cohesión del movimiento independentista ya no es tal. El 'otoño caliente' anunciado por el 'president' Torra se ha quedado en una retahíla de conmemoraciones deshilvanadas, sin rumbo aparente. Las diferencias estratégicas entre los socios del Govern y entre estos y la ANC son cada vez más elocuentes. Unos exigen para ya lo prometido hace un año; otros solo buscan ganar tiempo. Ya ni la bandera de los políticos presos basta para ocultar el cisma interno.
El independentismo, como la Alicia de Lewis Carroll, ha cruzado el espejo. Al otro lado del cristal, los Mossos y el Govern devienen enemigos, la declaración de independencia fue "simbólica", el "mandato democrático" del 1-O parece elástico y la república, una entelequia. Solo le falta averiguar dónde habita la realidad y dónde el ensueño.
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