Al contrataque

La reválida de Puigdemont

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, este miércoles en el Parlament.

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, este miércoles en el Parlament. / periodico

SÍLVIA CÓPPULO

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Si alguien pensaba que la radicalidad era la garantía, a estas alturas ya se le ha caído la venda de los ojos. La CUP -sin calcular el efecto de la rabieta de vetar los presupuestos- ha provocado el efecto de un sabotaje; al menos, un punto y aparte. Carles Puigdemont ha cogido aire y se ha otorgado el tiempo que no tuvo en enero sustituyendo a toda prisa a Artur Mas, cuya cabeza habían pedido los antisistema. La cuestión de confianza que Puigdemont plantea al Parlament para la segunda quincena de septiembre funcionará en el imaginario colectivo como una segunda investidura.

Acostumbrados como estamos a sí pero no, no pero sí y mañana será otro día, Puigdemont no quiso colocarse en el 'no pasa nada' e ir tirando. Y ahora la hoja de ruta seguro que deberá mutar, como dicen los cuperos. Puigdemont insinúa que, pasadas las elecciones del 26-J, buscará apoyos en otros grupos y entonces ya no debería ser imposible encontrarlos. Con un «ya veremos» no niega la posibilidad de situarse donde realmente está el grueso de la sociedad catalana, en la pantalla anterior, que se suponía superada, la del derecho a decidir, la del referéndum, mientras al mismo tiempo sigue adelante la construcción de las llamadas estructuras de Estado.

Veremos si Puigdemont intenta dar un rodeo hacia la independencia, una vez visto que el atajo no satisface a una mayoría suficiente para llegar. Y en la vuelta, deberá quedar claro si el peso social de su proyecto político es suficiente y convincente. ¿Conseguirá algún apoyo de los socialistas, una vez hayan digerido el peso real que tienen en las elecciones generales? Y de los podemitas, ¿arrancará algún voto en base a su anunciado apoyo al referéndum? Y los cuperos, ¿dónde se situarán?

MENSAJE, APOYOS Y LIDERAZGO

Faltan tres meses que servirán para renovar el planteamiento social y soberano que haga el Govern de Junts pel Sí, pero sobre todo para decidir si el liderazgo de Puigdemont merece la confianza de la mayoría. De entrada ha conseguido que el foco esté encima de él y que la CUP deje de marcar la agenda de la política catalana. Claro que si Puigdemont pierde, habrá que ir a nuevas elecciones, pero por ahora tiene margen para renovar el mensaje, ampliar los apoyos y visibilizar su liderazgo.

Teniendo en cuenta las extrañas circunstancias de la investidura en enero, la cuestión de confianza de septiembre para el 'president' de la Generalitat será como examinarse de reválida, aquella prueba que los estudiantes que ya habían superado el bachillerato tenían que pasar para poder continuar con su carrera.

Y sí, es verdad que la mutación es signo de evolución, pero hay que velar por que los cambios genómicos no resulten perjudiciales y, en cambio, contribuyan a avanzar en el sueño del país.