LA FUERZA DE LA PALABRA

Respirar

No nos olvidemos de mirarnos a los ojos, es allí donde la anida la verdad de lo que decimos, pero no podremos si la tenaza político-judicial no nos deja un poco de aire

Pleno en el Parlament

Pleno en el Parlament / periodico

NÚRIA ICETA

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Un famoso 'spot' electoral de hace tres años decía que iban lentos porque iban lejos. Seguramente íbamos todos juntos con el paso cambiado porque resulta que al final tropezamos y acabamos todos en el suelo. Algunos pagando un precio muy alto. No sé si era necesario un batacazo como este para frenar, y cuánto nos costará reponernos. Estamos en un bucle institucional de consecuencias terribles, y es urgente cambiar represión por restitución. Precisamente hace días que registro verbos que empiezan por 're-' y que abundan en artículos de prensa, conversaciones privadas y declaraciones públicas de gente muy diversa, incluso en extremos opuestos de su posicionamiento político que expresan una voluntad colectiva de recomenzar.

RECONOCER: Reconozcámonos también en el otro, el que es diferente pero comparte un mismo espacio vital. Quizá los años del espejismo del crecimiento económico nos hicieron creer que todo era fácil. Quizá habíamos olvidado que las luchas si no son compartidas es porque se están dejando alguien por el camino. Hasta que no reconozcamos el valor de la opinión del otro estamos perdidos. Lo tiene. Siempre.  

Es necesario que nos convenzamos de todo lo que podemos y tenemos que hacer y nos levantemos del suelo

RECOSER: Tenemos heridas en la piel y desgarros en la ropa. No nos queda más que ponernos manos a la obra y remendar lo que tenemos antes de plantearnos nuevos retos. Tomemos un poco de aire para poder ayudar mejor a los demás. Recuperemos la ilusión como motor de cambio, la firmeza como demostración de convencimiento, la bondad como condición de posibilidad del bien.

RECTIFICAR: Se pide autocrítica y hay que ser lo suficientemente lúcido y humilde para hacerlo. Todos somos responsables de crear un clima favorable para dejar espacio a la palabra, pero es necesario que las rectificaciones sean creíbles, no basadas en la justificación o la acusación. Y cuando estas lleguen, el resto tenemos que estar predispuestos a aceptarlas. Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión y la obligación de admitir errores sin miedo a que te acusen de chaquetero o traidor. No hay engaños ni evidencias absolutas. Tiene que haber sinceridad en un lado y generosidad en el otro.

REHACER: Hablamos de rehacer puentes y en muchos casos habrá que ir a los cimientos y buscar materiales con la máxima capacidad de resistencia y maleabilidad. Dejemos de hacer juicios de intenciones que determinan a quién escuchamos con la mente abierta y a quien no. ¿No es más útil dedicarse a explicar las ideas propias que hacer escarnio de las del vecino? Elijamos bien de qué queremos ser altavoces. Debemos recuperar las lecciones más elementales de la convivencia y protegernos de la carcoma que la corrompe.

RESPETO: Sobre todo por la diferencia. Una sociedad solo puede crecer como comunidad si es inclusiva, con las personas que han venido a vivir aquí desde otros lugares del mundo y con las personas con las que hemos convivido toda la vida. Y así ha sido siempre el catalanismo, y la escuela. Todos los nacionalismos pueden convertirse en la viga en el ojo propio e impedirnos ver con claridad. Desterremos expresiones hirientes, porque es entre todos, pensemos igual o diferente sobre cuál debe ser el proyecto político del país, que nos reharemos. Aceptemos que el silencio no es ausencia de palabra, ni siempre es signo de connivencia, también es un derecho que sólo los interesados pueden llenar de significado. Quizás lo que se dice o se calla no es tan terrible como lo parece en Twitter. 

RESTABLECER: El inconformismo no hace avanzar las sociedades. Las calles serán siempre nuestras, pero la política se debe hacer en los despachos, porque sólo las instituciones pueden garantizar el funcionamiento democrático. Como M. Mercè Marçal seamos tres veces rebeldes, o las que haga falta, porque las desigualdades de nuestro mundo son todavía un escándalo y las injusticias piden actitudes de revuelta permanente. Con una reivindicación de la palabra espléndida, combativa, decía el escritor Erri de Luca el otro día en el Festival MOT, "mi libertad es poder mantener lo que digo y lo que hago, es mantenerla entera, invulnerable". 

La palabra

Tengo la suerte de tener la palabra en el centro de mi quehacer diario y esta me ha ayudado a mantener conversaciones, incluso inesperadas y profundamente enriquecedoras, con un montón de gente que con trabajos diversos levanta este país cada día. "La palabra mejor la tienes en el alma", dijo Joan Maragall. No nos olvidemos de mirarnos a los ojos, es allí donde la anida la verdad de lo que decimos. Pero no podremos si la tenaza político-judicial no nos deje un poco de aire para respirar, y recuperamos la capacidad de construir consensos de progreso social. Es necesario que nos convenzamos de todo lo que podemos y tenemos que hacer y nos levantemos del suelo. Yo también he rehecho este texto muchas veces, así que probablemente esta versión tampoco sea la buena.