Un estereotipo inapropiado
Respeto para el trabajador público
Apostar por servicios públicos de calidad está ligado a confiar en el personal de las administraciones
Carlos Obeso
Profesor de ESADE Business and Law School (URL)
CARLOS OBESOProfesor de ESADE Business and Law School (URL)
CARLOS OBESO
La crisis iniciada en el 2008 llevó al conjunto de países de la Unión Europea, España incluida, a poner en marcha procesos de consolidación fiscal que afectaron a las condiciones laborales del personal de las administraciones públicas. Como los empleados públicos tienen en España mala prensa, un estereotipo añejo, a pocos preocupa que un deterioro del empleo público sea una mala noticia no solo por su papel en la provisión de servicios, sino también por su influencia en el mantenimiento de un mercado de trabajo de calidad y por sus efectos en el crecimiento de la economía.
Por tanto, lo que les pase nos afecta. ¿Y qué nos ha pasado? Pues que, tras un crecimiento del empleo en 310.000 personas entre el 2007 y el 2011, se pasa a un ajuste a la baja en dos años de 348.000 personas. Ello sitúa el empleo público, en el 2013, en 2,77 millones, cifra similar a la del 2005; un ajuste focalizado en la no renovación de los contratos temporales, en una reducción al 10% de las tasas de reposición de los indefinidos jubilados (envejeciendo las plantillas) y en una ampliación de la jornada laboral.
Los recortes afectaron en un 56% a la Administración Pública y Seguridad Social, un 24% en educación y un 20% en sanidad. Si nos centramos en la sanidad y la educación lo que ya sabemos es que las demandas en esos servicios se han incrementado por la crisis y que, por lo tanto, hay más trabajo con menos personal y en peores condiciones laborales, una situación que va a hacer muy difícil que el 'hacer más con menos' no acabe afectando a la motivación del personal.
Y eso es, precisamente, lo que parece ocurrir según una investigación paneuropea de los profesores de Esade Adrià Albareda, Carlos Losada y Marc Esteve que certifican una desmotivación extendida, con efectos negativos, sobre el trabajo salvo, y el matiz es fundamental, cuando los valores que sobre su trabajo tienen los trabajadores públicos y la autoridad para la que trabajan coinciden, es decir, cuando no se aprovecha la crisis para restar relevancia al sector público.
UN SUPUESTO PRIVILEGIO
Es concretamente en este punto donde, a partir del 2011, se produce un desencuentro, al menos en algunas comunidades lideradas por Madrid y Catalunya, con la consecuencia de que, mientras el empleo en la sanidad y educación pública se reduce, crece en el sector privado. ¿Casualidad o apuesta premeditada?
También se produce un desencuentro cuando se introducen medidas que descuentan del salario las bajas por absentismo, un claro mensaje de poca confianza que refuerza el estereotipo del trabajador que abusa de su situación de supuesto privilegio y que, por eso, se debe vigilar estrechamente.
En España, según la revista 'Alternativas Económicas', la ciudadanía apuesta por los servicios públicos de calidad y está dispuesta a pagar por ello. Difícil de lograr si no se confía y respeta al trabajador público.
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