APUNTES

Réquiem por el cine Urgell

JOSEP MARIA POU

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EnEl zoo de cristal, primera gran obra deTennessee Williams, Tom, el personaje central, huye de su casa en el momento álgido de una disputa familiar, mientras grita: «¡Me voy al cine!». A lo que responde su madre: «No te creo. No creo que vayas al cine. Nadie va al cine todas las tardes».

Pues hubo una época en que yo sí. Yo fui de película diaria, como otros eran de misa diaria. Y con tardes de programa doble, muchas veces. Fue una época en la que había cines y había películas. Ya no. Se cierran locales como quien cierra un cajón, de golpe y sin mirar, procurando no pillarse los dedos. Al Tom deTennessee Williamsle quedan ya muy pocos cines a los que huir. Y a nosotros nos quedan cada vez menos pantallas en las que creer.

El cementerio de los cines de Barcelona está cada vez más lleno: Fémina, Alcázar, Windsor, París, Publi, Montecarlo, Niza, Aristos, Renoir Les Corts¿ Tantos, que duele contarlos. A la lista se ha sumado, desde ayer por la noche, el cine Urgell. Y este me duele especialmente porque es el mío, el cine de mi barrio, a dos minutos de mi casa, el cine al que me atrevía a bajar en zapatillas porque era como cruzar el rellano y entrar en casa del vecino, el de las butacas anchas y cómodas (sobre todo para quienes, como yo, cargamos con piernas largas), el de la pantalla enorme y el sonido extraordinario, el deE.T.,Tiburón,Lawrence de ArabiayEl último emperador.

Un palacio, un museo

Entrar en el Urgell era como entrar en un palacio. O en un museo (ahora ya, mausoleo): escaleras que bajaban hacia un vestíbulo generoso, maderas nobles, pesadas puertas que había que empujar con las dos manos, moqueta de lujo, lámparas de orfebre. El Urgell era un cine señor y un señor cine. Por eso era de otra época. Y ha acabado sucumbiendo.

Ha muerto joven. En la flor de la vida. Ni siquiera había cumplido los 50. Ha muerto de vídeo y DVD, ha muerto de cine en casa, ha muerto de TV LED de 56 pulgadas, ha muerto de descargas ilegales, ha muerto de chuches y palomitas, ha muerto de multisalas, ha muerto de falta de ayudas, ha muerto de IVA sobrevenido, ha muerto de 1.832 butacas que llenar, ha muerto de falta de espectadores tanto como de falta de películas. La causa de la muerte está, pues, muy repartida. No lloremos tanto y carguemos cada uno con nuestra parte de culpa.

Y recemos un responso, con la música deAute: «Cine, cine, cine/ más cine, por favor, / que todo en la vida es cine / y los sueños, cine son».