VENTANA DE SOCORRO

Reina y obrera

Parece que la cultura del pop-rock no atrae a las mujeres más allá de las divas tipo Rihanna

ÁNGELES GONZÁLEZ SINDE

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Recibí una invitación para el acto 'Productores artísticos a escena ¿Quién se esconde tras tus canciones favoritas?' Me interesó mucho, me fijé en los componentes de la mesa. Vaya sorpresa. De ocho ponentes -abogados, periodistas, músicos y otros expertos-, ninguno era mujer. Estaba clara la respuesta al encabezamiento: nuestras canciones favoritas no las hacen mujeres.

También ayer en este diario toda la información sobre John Lennon y cómo podría haber sido su evolución si hubiera vivido estaba firmada por hombres. Parece que la cultura pop-rock o no atrae a las mujeres o a las pocas que se animan les cuesta hacerse oír. No hablo de las divas del pop, Rihannas y demás, que con sus sensuales traseros invitan a sus seguidoras a ser bellas, cumplir los estereotipos complacientes de las fantasías tradicionales básicas, pero eso sí, tras un disfraz de heroínas de tebeo.

Tras esta constatación, me deprimí, porque una suele contar con que su generación es deficitaria, pero confía en que las venideras mejoren lo que han heredado. Puse la tele para distraerme y apareció Penélope Cruz: se pasa a la dirección decía el locutor, dirigirá un documental sobre niños con leucemia. Eso me animó. Siguen siendo ridículamente pocas las mujeres que dirigen en cine o en televisión. Las jóvenes no dudan en apuntarse a la interpretación, pero más allá de ser actrices, es decir, de trabajar con su cuerpo y su voz como instrumento, parece que no desean ser autoras y construir sus propios relatos.

A continuación me informaron de que no debemos asustarnos ante la plaga de hormigas voladoras. Esas hormigas nacen para reproducirse, no tienen que trabajar, para eso estarán sus hijas, las hormigas obreras, esas que vemos por el suelo, estériles. Y aparte están los machos, que nacen solamente para inseminar a las reinas voladoras y palman. Por Dios, pienso, qué panorama. Mejor ser humana. Aunque todavía haya mucho trabajo por hacer, al menos hay un término medio.