El regreso de la VI Flota

Los sombreros mexicanos llegaron a Barcelona para consumo de los marines de la VI Flota. Xavier Theros, autor de 'Quan elsnord-americans envaïen la Rambla', vio en aquellos desembarcos pacíficos el ensayo general del turismo de masas en la ciudad. Lo que es seguro es que aquel turismo militar de putas, coca-cola y rock and roll fue como agua de mayo, o mejor, como leche en polvo, para ayudar a combatir la penuria reinante en la ciudad a primeros de los años 50 del siglo pasado.

Mañana atracará en Barcelona el 'Harmony of the Seas', el crucero más grande y más de todo del mundo, sin marines, cargado de turistas británicos. Una buena noticia, a priori. Esta es época de matices y desconfianzas oficiales ante estos forasteros que atraídos por el éxito de la marca Barcelona nos visitan amablemente para mantener vivo nuestro PIB, a costa de causar molestias insufribles a las buenas gentes del lugar que no están dispuestas a pagar ellos, en nombre de todos, el peaje asociado a los beneficios. Y menos cuando llegan en barcos de lujo contaminantes de aguas y atmósferas, ruidosos armatostes que los desembarcan a miles.

Los marines americanos gastaban unos dos millones de pesetas de la época por día. Ahora, el turismo de crucero deja en las diferentes cajas registradoras, incluidas las de Hacienda, unos dos millones de euros diarios; en total, unos 800 millones al año, a redondear con los casi 7.000 puestos de trabajo que se adjudican al sector. Admitiendo las dudas planteadas por este tipo de cálculos sobre el impacto económico de una operación concreta, desde el Mobil Congress a la Fórmula 1, resulta innegable que la industria del crucero ha alcanzado una relevancia económica indiscutible para el puerto y la ciudad.

CONSOLIDACIÓN DEL MEDITERRÁNEO

Las proyecciones del sector apuntan a la consolidación del Mediterráneo como un destino de cruceros altamente competitivo con el del Caribe. Esto significa millones de cruceristas esperando que se calmen las aguas de la inestabilidad política en los países de la orilla sur y se apaguen los conflictos armados como el de Siria, orígenes de la vergüenza europea por el trato a los refugiados y también causa del miedo de los turistas americanos. El 'Harmony' es un ejemplo de lo que supondrá para los puertos turísticos mediterráneos la llegada de los gigantescos buques que navegan por el Atlántico. Y Barcelona será su puerto de referencia.

Este futuro en rosa tiene sus espinas. Además de la incomodidad expresada a gritos por los vecinos de los barrios preferidos por los turistas, está el aspecto de la contaminación. Los grandes barcos contaminan a lo grande. Dicen los expertos que sus perniciosos efectos para la salud alcanzan los 400 kilómetros. Lo ideal, apuntan, sería el uso de gas en vez del gasoil. Pero el cambio de directiva no depende de Barcelona sino de la UE y sería temerario implantar restricciones unilaterales. La economía barcelonesa temblaría.

Los marines fueron expulsados de la Rambla en 1987, con un par de bombas, una cargada de pintura rosa y otra con explosivos, cuando en las escuelas ya no se acordaban de la leche en polvo de los amigos americanos. No habrá que volver a este punto en las escuelas porque ahora existen las becas comedor. Sin embargo, es urgente que el gobierno de la ciudad resuelva sus dudas respecto del turismo, valorando ventajas e inconvenientes, equilibrando sus planteamientos ideológicos con la fuerza de la realidad. Ya rectificaron con el Mobil Congress y obtuvieron su primer aplauso.