Al contrataque
Reflexiones, espías y adiós muy buenas
La Semana Santa es época propicia para cavilaciones. Ahí van algunas
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
Ya que estamos en Semana Santa, que es época propicia para cavilaciones y requerimientos, vayan algunos deseos fervorosos.
• Que Dios no perdonase a los que, en su nombre, presentan demandas por chistes que, supuestamente, ofenden a la religión. ¿Puede Dios suicidarse cansado de tanto fanático?
• Que a Aznar le gustasen tanto las flexiones como las reflexiones.
• Que los peores enemigos no fuesen los que casi piensan como tú. Y que no solo escuchemos a los que piensan como nosotros. (Prestado).
• Que los 3%, los 5%, los 1%, los 10% y los 4% sumasen cero.
• Que la Constitución ni asustase ni fuera asustada. Vamos, que, al poderse cambiar, fuese de todos.
• Que los espías supiesen para qué espían y que si los espían no les saquen los colores. Ni los de la bandera.
• Que cuando se retrasase una hora el reloj por el cambio horario, también pudiéramos retrasar un año entero. A revivir, que son dos días.
• Que a los que agreden a los gais les obligasen (al margen de la pena judicial) a desfilar en ropa interior en una carroza del día del orgullo.
• Que en mindfulness se follase y que follando nadie meditase.
• Que hubiese un Not Talent, para mediocres.
• Que la madre de todas las bombas fuese estéril.
• Que existiese un carnet por insultos a los árbitros de partidos de juveniles. A los 12 insultos, curso de reeducación. A la primera hostia, un año limpiando los lavabos.
• Que en las páginas para buscar pareja encontrásemos a la nuestra propia y fuese sensacional. Cuando nos aburriésemos, siempre podríamos buscarla de nuevo. Y así sucesivamente.
• Que los bloggers, además de estilo y personalidad, soltasen de vez en cuando algún levísimo vientecillo gástrico que los humanizase. Nada, lo justo para aerosulfatar tan elevada dosis de elegancia y fascinación.
• Que la publicidad dijese de un producto que puede ser que, de alguna manera y según los anunciantes, el tal producto tiene, vagamente, algo levemente positivo. El publicista manifestaría que él ni quita ni pone. Igual nos interesaría.
• Que hubiese sido distinto, pero ya es tarde. La mayor parte de gente que ha votado a favor del brexit ha votado en contra de sus intereses. Muchísimos ya lo saben. Los que aún no lo saben serán seguramente los más perjudicados.
• Que Marine Le Pen no fuese tan fatalmente coherente y brillante. Trump y algún líder de por aquí dicen una cosa y la contraria, sin ningún complejo… La francesa sabe latín (literalmente). Ella y su sobrina. Glups. El periodista inglés le dice que, según las encuestas, no podrá gobernar. Ella responde: «Usted es inglés ¿y me habla de encuestas después del brexit?».
Y, sobre todo, que las enfermedades crónicas fueran marcianas y jamás terrícolas. Y que nadie muriese joven.
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