Los jueves, economía

Recuperación exterior y crecimiento

La mejora será lenta, pero, como prevé el FMI, ya podrá notarse en el transcurso de este ejercicio

Recuperación exterior y crecimiento_MEDIA_1

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JOSEP OLIVER ALONSO

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar sus previsiones sobre el futuro de la economía española, cifrando el avance del PIB en el entorno del 0,6% para el 2011 y del 1,5% para el 2012, reflejando la convicción de que el proceso de mejora de nuestra actividad va a ser lento. Ello es así porque las bases sobre las que se asentó el crecimiento de la demanda se han deteriorado notablemente. Ni el avance del crédito será parecido al que tuvimos entre 1998 y el 2008, ni lo será la actividad del mercado inmobiliario ni tampoco el aumento del número de hogares. Ahora, los motores de la recuperación tienen que ser la inversión productiva y, en el exterior, las exportaciones de mercancías y servicios. Ese desvío necesario de recursos, desde el consumo de los hogares, consumo de las administraciones públicas, inversión residencial y obra pública, a la inversión productiva y la exportación, no es otra cosa que el famoso cambio de modelo productivo.

En esta modificación de las fuentes de crecimiento, Catalunya se encuentra en una buena posición. Sufrimos con mayor intensidad la dureza de la crisis por nuestra elevada exposición exterior. Ahora, cuando es el sector exterior el que emerge como el motor de la mejora, Catalunya aparece en mejor situación que otras zonas de España.

En este contexto, comenzamos a contemplar perspectivas de crecimiento para el 2011 del PIB, empleo e inversión productiva que son aceptables, al menos en comparación con los resultados del 2008 y, en especial, del 2009 y, parcialmente, del 2010. Así, en este 2011 recién estrenado, deberíamos ser capaces de generar los primeros brotes verdes en el crítico ámbito de la ocupación, de forma que de destrucciones intensas (del orden del 10%), cabría esperar que avanzásemos hacia una modesta, pero positiva, creación de puestos de trabajo. No todavía en la construcción, ajustada de nuevo a la baja por el impacto negativo de la caída de la obra pública. Pero sí en los servicios y la industria. Todo ello podría permitir una modesta recuperación de la población activa y, al mismo tiempo, una suave caída en la tasa de paro.

En los dos últimos meses, hemos transitado con dificultad en los mercados financieros internacionales, donde se elevó de forma notable la prima de riesgo de la deuda española, privada o pública. Y, en respuesta a este endurecimiento de las condiciones de financiación, el Gobierno central, y ahora el catalán, han respondido con la puesta en marcha de ambiciosos planes de consolidación fiscal, al tiempo que se están terminando de definir reformas de gran calado en el sector financiero y en el ámbito de las pensiones.

Todo este inevitable esfuerzo es expresión de la característica específica de esta crisis. Que no es la peor en términos de empleo, como a menudo se piensa: entre 1978 y 1985 se destruyeron cerca del 15% de los puestos de trabajo catalanes, mientras que en 1991-94 se perdieron en torno al 9%, una cifra bastante similar al 10% de la recesión 2007-10. Incluso en el ámbito industrial las diferencias no son sustantivas, con pérdidas de puestos de trabajo del orden del 18% en 1991-94 y 2007-10. Donde si las hay es en el comportamiento de la construcción, con un retroceso ocupacional que alcanzará cerca del 40% de los efectivos existentes a mediados del 2007, muy por encima de 1991-94.

Si en términos de empleo los difíciles años 2007-10 no son muy distintos de lo acaecido en los primeros 90, ¿por qué no podemos esperar ritmos de crecimiento del PIB similares a los que contemplamos a partir de 1995? Justamente porque esta crisis tiene un rasgo específico que deriva del exceso de deuda privada, y ahora también parcialmente pública, que nos sitúa en el escaparate de los mercados internacionales.

Pero, finalmente y con dificultades y avances y retrocesos, el país ya está saliendo de la recesión y, a pesar del duro ajuste del sector público y de los problemas de financiación internacional, estamos consolidando nueva actividad y todo apunta a que, si el entorno internacional se desenvuelve de acuerdo a las previsiones del FMI y otros organismos internacionales, deberíamos reforzar el crecimiento en el 2011.

Catalunya, como España, siempre ha sido capaz de superar las adversidades económicas que se han presentado los últimos 50 años. Que no han sido pocas y, si no lo recuerdan, repasen la lista: 1959, 1967, 1973, 1977, 1981, 1992… Y la crisis actual no será una excepción. El 2011 no presenta, todavía, aquel avance del PIB del 3% al que esta economía podría crecer. Y al que, sin duda, regresará en el futuro. Pero dados los vientos que soplan en contra, hay que saludar este recién estrenado ejercicio como el del cambio de ciclo. Entre todo el pesimismo de estos últimos meses, por un momento, relajémonos y congratulémonos. El futuro está plagado de peligros, con dificultades formidables, problemas complejos y retos difíciles. Pero, finalmente y a pesar de todo, también crecimiento. Del producto y, parece, del empleo. Comienza la recuperación. ¡Por fin! Catedrático de Economía Aplicada (UAB).