Al contrataque

Rebelarse

Rajoy, en el balneario de Mondariz, Pontevedra.

Rajoy, en el balneario de Mondariz, Pontevedra. / periodico

MANEL FUENTES

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Lo que impera es el negativo. Lo que no se positiviza. Lo que aún no aflora en la foto. Lo que ya es, pero aún no nos ha sido revelado. Las sombras que se mueven a la velocidad de la fibra y que nos controlan. Las que no solo conocen nuestra privacidad por nuestra inestimable colaboración al darle sin resistencia al 'aceptar' a todo, sino que además nos siguen ocultando su inmenso poder para controlarnos. Esas sombras de las que en su momento nos habló el fugitivo Snowden, esas que a veces asomaron la cabeza en algún informe de Wikileaks. El mundo vive una guerra sin tregua contra la desigualdad y unos cuantos quieren seguir manejando el cotarro; protegiendo y aumentando sus beneficios.

Y todo, mientras la mayoría seguimos ciegas. Sin saber por qué pasan las cosas, y en muchos casos sin saber ni qué cosas pasan. Las fuentes bien informadas nos son desconocidas y la información relevante, la que puede hablar de causas, contextos y consecuencias hace tiempo que se retiró del gran público. Teniendo toda la información a pocos clics de distancia, ¿cómo es posible que no hayamos pillado a los banqueros corruptos y políticos corruptores o viceversa con pruebas suficientes para enchironarles y recuperar nuestro dinero? ¿Acaso no lo hacemos con éxito con los presuntos terroristas cuando sospechamos de ellos?

Ahora los consumidores de lo que mal llamamos información intuimos más que sabemos. Y florecen habladurías, teorías conspirativas y malos pensamientos. El otro día, un taxista me dijo que el Estado Islámico parecía actuar como si tuviera intereses de Estado y atacar a quien les ataca. Decía que por eso Rajoy no se mojaba en mandar ayuda militar a Siria y ayudar ya a los franceses: para no recibir un ataque casi seguro.

Folletos para Ítaca

En ese punto me bajé del taxi, ya que no podía concebir esa idea. Sería tanto como pensar que nuestro presidente jugaba tácticamente con el terrorismo anteponiendo la voluntad de tener una campaña tranquila. Aunque una vez más no sabemos qué intereses están en juego en Siria. El caso es que no sabemos nada.

Y en este presente loco, de sufrimiento, de incertidumbre y de olor a agua estancada, presentimos que algo debe ocurrir pero no sabemos el qué. En aras a grandes cambios, muchos catalanes han comprado folletos de un hipotético viaje a Ítaca, y día sí, día también, intuyen el tacticismo de unos y otros, los intereses que parece que nada tienen que ver con el crucero contratado, mientras descubren que nuestro déficit es descomunal y que en nuestro oasis también había vertederos. Entre tanta desinformación, distráiganse con una frase de Vázquez Montalbán: «Solo existen tres razas: ricos, pobres y racistas». Como dice mi amigo Antón Losada, los ricos van ganando, pero no pierdan ojo a los racistas. Todo puede empeorar.