Al contrataque

Rajoy Turandot y Puigdemont ajedrecista

En Catalunya superamos a Einstein y su teoría de la relatividad. Sin movernos del espacio, alteramos el tiempo

Puigdemont, durante su comparecencia en el Parlament.

Puigdemont, durante su comparecencia en el Parlament. / periodico

XAVIER SARDÀ

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La situación de esta semana es que los independentistas están decepcionados, los federalistas hastiados, los gobiernos peleados y las empresas marchándose. Dicen que ahora viene la gripe. Cojonudo.

Curiosamente, el otro día Mas le aconsejó a Puigdemont que no declarara la DUI. ¡Cuánta benevolencia! Los maliciosos podrían pensar: «Aquí, o pasa a la historia el 'astut' Artur o se rompe la baraja. Nada de marcas blancas». Por otro lado, cientos de periodistas de todo el mundo regresaron a sus casas pensando que somos más bien un poco indecisos. Ahora Fuigdemont juega al ajedrez para pasar el rato.

Su próximo movimiento consiste en contestar adecuadamente a la pregunta de Rajoy, al que imaginamos vestido de Turandot. Creo que hay una prueba documental que exonera de toda culpa al 'president': solo hay que observar las caras de los congregados en el paseo de Lluís Companys cuando se marchaban poco a poco y sin épica alguna. De DUI, ni 'piu'. «Pondremos TV-3 y ya nos dirán lo que hay». La CUP y Junqueras le piden que se deje de respuestas, que declare la independencia y 'avall'.

Cada cual ve el asunto desde su punto de vista y considera erróneo el del contrario. Como dice un personaje de la novela de Volpi: «Yo soy lo que veo. ¿Qué quiere decir esto? Una perogrullada: que la verdad es relativa». Vamos, que cada cabeza es un mundo y no hay verdades científicamente mejores que otras. «Solo tenemos la verdad que somos capaces de creer».

A veces desea uno ensimismarse y dejar de preocuparse por lo que sucede, por lo que va a suceder, por lo que quizá no suceda o por lo que puede que suceda.

Situacionismo Bauhaus vertiginoso

Es increíble, pero en Catalunya estamos superando a Einstein y su teoría de la relatividad. Sin movernos del espacio, alteramos el tiempo. Lo comprimimos. Aquí antes se pensaba en los quince próximos años de hipoteca, en los cinco de carrera, en los nueve meses de embarazo, en los tres de calor… Ahora vamos literalmente al día. Nos hemos habituado a no saber qué pasará la semana que viene, viviendo en una especie de situacionismo Bauhaus vertiginoso. Catalunya se ha 'perroaflautado'. Catalunya se instala de nuevo en el acidulado 'hippismo' de los años 60, y encima sin amor libre. Los periódicos impresos parecen de la semana pasada. Ese es el ritmo. 

Todo el mundo se pregunta cuál será el siguiente paso. Definitivamente, no es buen momento para dar respuestas mínimamente solventes. Quizá hay que cambiar las preguntas: ¿en qué país de Europa se trabaja menos?, ¿qué pasa con el sonido después de que lo oigamos?, ¿cuánto cuesta fabricar un euro?, ¿pueden los ciegos ser jueces?, ¿afecta el cambio climático a la fuerza de la gravedad? Preguntas sencillas con respuestas claras.