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Rajoy, de Montoro a Guindos con Gimferrer al fondo

JESÚS RIVASÉS

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Mariano Rajoy, como si presidiera una multinacional americana o una compañía del Ibex, ha formado un Gobierno pétreo, que quizá dure más de lo que algunos imaginan, como apunta Albert Rivera. Los ministros de Rajoy, como los consejeros sin capital propio de una gran empresa -aunque presuman de independencia-, saben que deben obediencia a quién los ha nombrado. Nada de enredos, como ha comprobado Margallo, siempre sobrado y faltón, que no callará y ha encontrado refugio en una comisión del Congreso. La fidelidad al jefe es compatible, no obstante, con otros rifirrafes, siempre que respeten la autoridad del líder. Cristóbal Montoro y Luis de Guindos son el ejemplo perfecto, un dúo que ahora es trío con Álvaro Nadal en el Ministerio de Energía. Poder repartido, marianismo puro, como si el inquilino de la Moncloa hubiera leído "No en mis días", el libro recién aparecido de Pere Gimferrer, el mayor poeta catalán vivo -y quizá de la historia-, que vuelve a escribir en castellano, y que resume en dos versos los líos del PSOE: "La guerra de los ángeles de paja/se ha desatado en plena oscuridad".

Fernando Bécker, expolítico, amigo de Rajoy y ahora en Iberdrola, suele decir que, en política, "la cercanía al líder se mide en milímetros". Montoro y Guindos han hecho esas mediciones y lo han comprobado durante cinco años. Ahora se les une en el área económica Álvaro Nadal, que tendrá que torear con un sector eléctrico encabezado por Iberdrola, la compañía en la que los rumores madrileños dicen que Rivera encontró tanto cariño en Galán, su presidente, que habría firmado el verso esperanzado de Gimferrer: "Mi vida será el oro de las hadas".

Rajoy siempre será el marianismo. "No en mis días", quiere decir "no en tanto que yo viviere", políticamente claro. El inquilino de la Moncloa se reserva la presidencia de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos. Hasta ahora, en su ausencia presidía Soraya Sáenz de Santamaría, y Álvaro Nadal, como secretario, controlaba el orden del día. Íñigo Méndez de Vigo, en su estreno como portavoz, eludió aclarar quién sustituirá a Rajoy cuando no asista, que ahora es el gran asunto. Otros rumores madrileños apuntan que esa función sería el guiño recibido por el liberal Guindos -a la espera de un puesto en Europa- por seguir en un Gobierno de un país en el que, José María Álvarez, otro de los novísimos de Castellet, como Gimferrer, sentencia que "los partidos van desde la socialdemocracia moderada al delirio". Resumen: marianismo total. Montoro tiene trabajo en España, Guindos en Europa y Nadal con ciertas eléctricas, "aquí se viene llorado", ha adelantado. Rajoy ya trabaja en cómo el Congreso del PP le reelegirá líder por aclamación mientras Gimferrer, en versos brillantes y difíciles, sitúa en el pacto PSOE-PSC los problemas de los socialistas catalanes, "farsa de abril, locos de abril, peristas/crimen de sociedad en sucedáneo". Fue en 1978, pero para el poeta y para otros fue ayer.