AL CONTRATAQUE

De cuerpo presente

El verdadero motivo por el que al PP le espeluznaba la posibilidad de que Rajoy tuviera que ir en persona al juicio es la foto, que seguro que revoloteará por medio mundo

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CRISTINA PARDO

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Mariano Rajoy tendrá que ir personalmente a la Audiencia Nacional para declarar como testigo en el juicio de la 'trama Gürtel'. Al tribunal no le ha convencido su propuesta de aparecerse en la sala por plasma, como pretendía. Al presidente del Gobierno, que tan a menudo apela a la lógica y el sentido común, le van a pedir lógica y sensatamente, que cuente lo que sabe sobre la presunta financiación ilegal del PP. Él fue secretario general y dirigió varias campañas electorales. Por lo tanto, parece evidente que su testimonio es procedente e interesante.

Por otro lado, los argumentos de Rajoy para no acudir en persona al juicio eran bastante flojos. Que tengo mucha agenda, decía. Bueno, sí, pero el mismo tiempo tiene que perder si lo hace desde el despacho que allí en la Audiencia, que la comitiva presidencial no entiende de atascos de tráfico. Que mejor desde la distancia por razones de seguridad, añadía Rajoy. Hombre, da la sensación de que hay pocos sitios más seguros que la Audiencia Nacional. Que si no voy al tribunal les ahorramos a los españoles el coste del despliegue, concluía el líder del PP. Ah. Pues cuando se marcha de vacaciones a Galicia no nos consta que tenga esa misma preocupación; cosa que me parece bien, por cierto. Creo que está totalmente justificado en ambos casos. 

El verdadero motivo por el que al PP le espeluznaba la posibilidad de que Rajoy tuviera que ir en persona al juicio es la foto, que seguro que revoloteará por medio mundo. Preferían volver a gestionar el lastre del plasma, que sentar al presidente en una sesión televisada junto a Luis Bárcenas («Sé fuerte») y otros compañeros de banquillo. Querían ahorrarse el espectáculo que sí rodeó a Esperanza Aguirre, que abandonó el edificio llorando, asediada por unas ranas de peluche a las que la policía no conseguía reducir, abucheada por los preferentistas y compartiendo recorrido con<strong> el 'tramabús' de Podemos. </strong>

LA AMNESIA COLECTIVA DEL PP

Lo único que le queda ya a Rajoy es prepararse bien la declaración del 26 de julio. Porque el combo puede ser tremendo si, además de compartir sala con presuntos delincuentes, resulta que va y no le consta nada. Es lo previsible, dado que el PP ha sufrido una amnesia selectiva en los últimos años. El propio Javier Arenas, que siempre ha estado ahí, no recordó casi nada cuando compareció ante el juez.

Muchos estarán ese día muy pendientes de la Audiencia Nacional: si allí se da por bueno que Rajoy nunca supo nada, otros responsables políticos ahora imputados dirán que por esa regla de tres ellos tampoco. Ya lo anticipó Rafael Hernando: «Rajoy sabe de la financiación lo mismo que el Papa de Roma». Eso no es nada verosímil, salvo que decidamos ahora creer en los milagros.