La rueda

La quimera y el error del monolingüismo

JOAQUIM COLL

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Se cumple un mes de la suspensión de siete artículos del reglamento de uso de la lengua catalana en el Ayuntamiento de Barcelona por parte del Tribunal Superior de Justícia. Sucedió la misma semana en que moría el gran lingüistaJoan Solà, cuya desaparición fue muy llorada pues se trataba de un sabio que supo dar una dimensión popular a su trascendente obra. Pese a los notables progresos en el uso social del catalán,Solàse manifestó a menudo pesimista sobre su futuro. La verdad es que siempre me ha sorprendido que esta opinión logre entre algunos sectores un plus de simpatía. Como también que quienes piensan que el catalán tiene los días contados crean ser al mismo tiempo sus mayores defensores. La coincidencia de ambos hechos dio pie a que desde ciertas tribunas se insistiera en la afirmación de que está en marcha un proceso que persigue la supresión de la anomalía histórica que representa nuestra lengua en España. Sorprende, aún más, que esto se diga desde un diario catalán que solo se publica en castellano. Estos sectores han visto en la resolución del TSJC algo así como una segunda parte de la sentencia del Constitucional.

Se trata de otra enorme exageración. Para empezar, porque es una suspensión cautelar y, por tanto, impugnable, sobre una cuestión que tiene escasos efectos prácticos. Segundo, porque el recurso torticero del PP es anterior a la sentencia del Constitucional. Y tercero, porque la política lingüística y la inmersión en la escuela no corren ningún peligro tras la sentencia. Aunque, eso sí, el Constitucional hizo el siguiente inciso: el carácter de lengua «propia», «normal» y «vehicular» del catalán no significa excluir al castellano. Y esto, digámoslo claro, lo suscribimos la mayoría. Por eso mismo es importante no crear equívocos semánticos. La embestida españolista no aconsejaba rizar el rizo de la cuestión lingüística, que ya funcionaba bien. Pero, reconozcámoslo también, hay una parte del catalanismo que sigue identificando nación y lengua, y creyendo que el futuro del catalán solo está garantizado en el monolingüismo. Lo cual es una quimera y un grave error.