¿Quién es Amanda Knox?

RAMÓN LOBO

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Hay personas con suerte: atraen la atención de los medios de comunicación; y hay otras cuyas tragedias cotidianas pasan desapercibidas. No hablo del hambre, las guerras, de asuntos lejanos que nos permiten decir «eso no tiene nada que ver conmigo». Me refiero a los cercanos, a los sin techo con los que nos cruzamos sin mirarles siquiera, a los desahucios, a los malos tratos.

Amanda Knox pertenece al primer grupo. Quizá porque es joven, guapa y da bien en la televisión. Además es norteamericana, primera división. Aunque un tribunal de Florencia la acaba de condenar por un crimen por el que ya fue condenada. La sentencia no se puede aplicar porque ella está en EEUU, sin intención alguna de regresar a Italia para ir a la cárcel. Aún queda el Supremo italiano, la penúltima palabra. Escribo penúltima, porque la última la tiene EEUU, que jamás extradita a sus ciudadanos.

Los hechos. Tenemos tres certezas: Meredith Kercher, estudiante británica de 21 años de edad, resultó muerta en su casa de Perugia, el 1 de noviembre del 2007. Rudy Guede, de Costa de Marfil, fue condenado en un juicio rápido a 16 años de cárcel. Guede, con antecedentes penales y negro, confesó que estaba en la casa pero no el crimen. Nunca tuvo atención mediática. También sabemos que la joven británica fue violada y murió a consecuencia de 43 puñaladas.

Locura de sangre

Los sospechosos. La policía italiana detuvo a las pocas horas del hallazgo del cuerpo a su compañera de piso, Amanda Knox, que entonces también tenía 21 años, y a su novio, Raffaele Sollecito. Ambos siempre han defendido su inocencia. Los fiscales establecieron que aquella noche intentaron que Kercher participara en algún tipo de juego sexual. Bajo los efectos de drogas y alcohol no aceptaron la negativa de la británica y el asunto acabó en una locura de sangre y con la muerte de Meredith.

Los juicios. En el primero, celebrado en Perugia, Knox y Sollecito fueron condenados a 26 y 25 años de prisión respectivamente. Se aportaron pruebas científicas: restos de ADN del joven italiano en el gancho del sujetador de la víctima y de Amanda en el cuchillo empleado en el crimen. En ese primer juicio se presentó a Amanda Knox como una mujer malvada, fría y manipuladora y a su novio como un débil que hacía lo que ella mandaba. En la apelación, la Corte de Casación desechó en el 2011 las pruebas científicas atendiendo al criterio de los defensores de que estas no habían sido conservadas siguiendo los protocolos internacionales y, por lo tanto, no eran creíbles. Tras la anulación, Amanda voló rápido a EEUU. La familia de la víctima no se conformó con la nueva sentencia y apeló al Supremo, que ordenó una repetición del juicio. El nuevo ha elevado la pena de cárcel de 25 a 28 años y seis meses. Pero Amanda Knox ya no está en el banquillo de los acusados sino en su casa, a miles de kilómetros de distancia.

Las consecuencias. Los casos de asesinato son complejos, llaman la atención de los medios y a menudo se produce un juicio mediático paralelo. No es diferente a la costumbre del Oeste de asaltar la casa del sheriff y ahorcar al sospechoso. Todos somos inocentes hasta que no se prueba lo contrario. También hay personas VIP que, pese a estar condenadas, logran aplazar su ingreso en prisión en espera de un indulto, o hasta que prescriba el delito. Una derrotada de este caso es la justicia italiana, con sus bandazos. Ya nada es seguro, ni la culpabilidad ni la inocencia.

Los medios

No hablamos de sentencias políticas, hablamos de hechos: una muerta, un cuchillo, ADN. En las entrevistas a Amanda (hay una excelente en The Guardian) veo a la mujer diabólica, fría y manipuladora. ¿Lo es? ¿Estoy inducido por los medios? En España hubo un caso terrible de una niña canaria desparecida y que fue hallada muerta días después. La policía detuvo al novio de la madre. Un periódico de Madrid tituló: «La mirada de un asesino». Días después, el ADN le exculpó del crimen. ¿Pudo regresar a su vida como si ese titular no existiera?

La responsabilidad de los medios se extiende a las informaciones sobre violencia machista, pobreza, hambre y a estas justicias de primera y de segunda. ¿Por qué se publican las fotos de los niños africanos desnutridos y no las de los muertos del 11-S? En España hay decenas de casos de crímenes que se ventilan en las tertulias dando una pátina de normalidad a la aberración: a la humana y a la periodística.