Dos miradas

Que puedan...

Son muchos los que desean la desactivación del 'efecto morado'. También los que nos robaron. El domingo quizá se lleven una alegría

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EMMA RIVEROLA

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¿Implosión? ¿Explosión controlada? ¿Reformas sin daños estructurales? Parece imposible predecir lo que ocurrirá en Podemos. Pero sí todo lo que puede perderse el próximo domingo. La irrupción de Podemos en el panorama político ilusionó a los desencantados. Alentó a los jóvenes, a los que no se sentían representados, a los que abominaban del cinismo y la corrupción. Podemos también creció atrayendo a votantes socialistas. Alimentó la esperanza de los que se habían sentido traicionados. Entre elección y elección, algunos de esos votos se quedaron en Podemos. Otros regresaron al PSOE y muchos siguen volando entre el morado y el rojo, sin importarles tanto el color como la indignación de ver a Rajoy de nuevo en la presidencia.

Lo que ocurra en Podemos es mucho más que su futuro como partido, es la esperanza de una alternativa de gobierno con la suma de las izquierdas y el derrumbe del cortafuego de la ultraderecha. Sin un Podemos fuerte, el PSOE puede sentirse libre de adversarios y no emprender una renovación imprescindible para ser rescatado de su inanidad. Sin un Podemos sólido, la derecha no tendrá a quien temer. Y sin un Podemos que alimente la esperanza, los acosados por la incertidumbre, los abandonados por el sistema, pueden caer en la tentación de las soluciones fáciles. Son muchos los que desean la desactivación del 'efecto morado'. También los que nos robaron. El domingo quizá se lleven una alegría.