Al contrataque

¿Que se mueran las feas?

MILENA BUSQUETS

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No hay nada que me ponga más nerviosa que un tío feo juzgando a una mujer por su belleza. También me fastidia bastante oír a un tonto descalificar a un listo, pero bueno, ya se sabe que la inteligencia es algo más opinable (y la falta de ella, más fácil de camuflar), pero un calvo es un calvo (a no ser que seas Yul Brynner).

La miseria, en cambio, es imposible de camuflar. Yo reconozco a un miserable (a un resentido, a un mezquino) a cien metros de distancia, en un frase, o en 140 caracteres (creo que los dueños de Twitter calcularon exactamente cuántas letras necesita un ser humano para mostrar toda su bajeza. El resultado son 140 caracteres exactamente, no hace falta ni uno más, a veces, incluso con menos también es suficiente). No necesito ni dirigirle la palabra, veo unos andares, una mirada (no es cierto que los ojos sean el espejo del alma, la mirada es el espejo de alma, mis amigos y mis hijos son el espejo de mi alma), escucho un tono, y ya lo sé.

Reconozco mucho antes a un miserable que a un feo. Un feo puede ser guapo (me encantan los feos guapos), de la misma manera que un guapo puede ser feo, pero un miserable (que es el que siempre busca su propia fealdad moral en los demás) es un miserable y punto.

No he oído nunca a un hombre guapo quejarse del físico de una mujer, y tampoco he oído a demasiadas mujeres acusando a los tíos de ser bajos, gorditos o calvos (somos tan idiotas que intentamos salvaros siempre).

LA IGUALDAD

Pero como creo absolutamente en la igualdad entre sexos (me hacen mucha gracia las personas que dicen que hombres y mujeres somos iguales y que a continuación añaden: «Pero si el mundo estuviese dirigido por mujeres iría mejor». ¿En qué quedamos? El mundo ya está parcialmente dirigido por mujeres y es la misma mierda de siempre, voy a empezar hoy mismo. Si para nosotras no es suficiente ser buenas en nuestro trabajo, ser inteligentes, ser divertidas y tener talento, si no que además tenemos que ser guapas y eternamente jóvenes, pues lo mismo para vosotros, ¿no? En eso consiste la igualdad.

Así que gordos, bajitos, resentidos, criticones, mal follados, calvos, energúmenos y machistas del mundo entero, la próxima vez que tengáis ganas de decir que una mujer es fea, miraos vosotros a un espejo, con dos minutos será suficiente. Si después de los dos minutos, todavía tenéis ganas de decirle a alguien que es gorda o fea, desnudaos y haced el mismo ejercicio delante de un espejo de cuerpo entero. Dos minutos más, primero de cara y más tarde de espaldas.

Si después de todo eso todavía queréis hablar de nuestro físico, adelante, somos todo oídos (y ojos, claro).