La rueda

Al que menos decepcione

Hay más ganas de votar que nunca, pero también más indecisos que en otras ocasiones

CARLES SANS

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A medio año de las elecciones generales, son muchos los que todavía no saben muy bien a quién votar. Son los llamados indecisos, que, según se cuenta, son aquellos que, teniendo intención de votar, no saben a favor de quién y tienen en el último momento la capacidad de decantar la balanza haciendo que un partido gane o pierda posiciones. Los indecisos dan mucho miedo a todos.

Aun sabiendo que se acercan las municipales, las autonómicas y más tarde las catalanas, son varias las personas que estos días me expresan su incertidumbre. Detecto, a diferencia de otros periodos preelectorales, que existen más ganas de votar que nunca, pero sin determinar a quién, porque, según me dice un amigo, a todos y cada uno se les descubre una brecha por la que hacen agua, ya sea porque gobiernan, con el desgaste que eso supone, o por tener en sus filas a implicados en vergonzosos casos de corrupción, que ahora mismo es lo que más insta al castigo por parte de los votantes.

Existe un desgaste general que apunta a casi todos los partidos. Y digo casi porque los de nuevo cuño todavía no han hecho lo suficiente para sufrirlo, aunque ya han aparecido en alguno los primeros fiascos, lo que para los indecisos supone un inesperado desencanto, una severa decepción o un desajuste justificable en un partido que comienza. El caso Monedero, por ejemplo, ha hecho que Podemos parezca una formación hasta cierto punto con escasa solidez funcional y ha provocado cierta perplejidad en aquellos que lo saludaron con entusiasmo cuando surgió en marzo de hace un año.

Para el que no se decida sobre qué votar, digamos que se me ocurre una sugerencia un poco sarcástica (y acepto que algo simplista): que lo haga a favor de quien crea que lo va a decepcionar menos. Simple y a la vez difícil.