DOS MIRADAS

Lo que importa

Nuestra indiferencia es la espoleta de las armas químicas, de la extorsión de las mafias, del cinismo de los gobiernos y las instituciones

Un niño recibe asistencia médica tras el ataque químico en Idleb.

Un niño recibe asistencia médica tras el ataque químico en Idleb. / periodico

EMMA RIVEROLA

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Quizá no hay límite. Quizá pueden seguir muriendo envenenados por gases tóxicos. Quizá ya nadie mira al mar: 200 personas rescatadas hace cinco días. Más de 400 desaparecidas hace una semana. Quizá ya no importa ver los botes endebles atestados de personas aterrorizadas. Quizá tampoco importa ver cómo las cubiertas de los barcos de rescate se pueblan de mortajas blancas. Es posible que tanto nos dé que los cuerpos de los que huyen no valgan nada en Libia, que puedan ser esclavizados, violados, torturados…

Pero, ¿y si no es cierto? ¿Y si la indiferencia es una inmensa venda oscura con la que hemos dejado que nos envuelvan? Porque, quizá, sí nos importa. Tal vez se nos licúan los ojos cuando vemos a un niño de apenas un año ahogándose con los pulmones colapsados por el gas o su cuerpecito sin vida varado en la orilla o su mirada huérfana buscando a sus padres…  Tal vez no lloramos, pero damos una vuelta más a la venda que nos separa de ellos, para no ver que sus lágrimas son iguales que las de nuestros hijos, para no imaginarlos riendo con nuestras cosquillas o haciendo monerías para ganar sus aplausos. 

Nuestra indiferencia es la espoleta de las armas químicas, de la extorsión de las mafias, del cinismo de los gobiernos y las instituciones. Pero la venda está sobre nuestros cuerpos. Y tenemos manos para arrancarla. Algunos lo han hecho, lo siguen haciendo cada día, aunque duele. Simplemente tenemos que decidir si eso nos importa.