La política y el modelo económico

¿Qué fue del eje de la prosperidad?

La apuesta de Valencia por el monocultivo turístico e inmobiliario ha arrastrado al sector financiero

¿Qué fue del eje de la prosperidad?_MEDIA_2

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TONI MOLLÀ

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Comparar los modelos de desarrollo de Madrid y Valencia es redundante. Para encontrar diferencias capitales, el observador tendría que remontarse tan atrás que el sustrato tendría un valor casi etnográfico. El arranque del himno de la Comunidad Valenciana -«ese país con nombre de junta de escalera», según mi colegaManuel S. Jardí- es toda una declaración de intenciones: «Para ofrendar nuevas glorias a España, nuestra región supo luchar». Con su oficialización en 1984, el socialistaJoan Lermadaba un puntapié metafórico al proyecto de la izquierda antifranquista y valencianista y, complaciendo a Ferraz, adoptaba con entusiasmo el modelo sociocultural de la derecha.

En las elecciones autonómicas de 1995, el alcalde de Benidorm,Eduardo Zaplana,se imponía aLerma-que huyó a Madrid el mismo día de la toma de posesión de su sucesor-. La rendición discursiva, la desaparición socialista de la estructura ciudadana y su acomodo en la oposición, dejaron el campo libre para que el PP se convirtiera en partido de gobierno. Hasta hoy.

Eduardo Zaplanase arremangó, repartió juego y beneficios entre familias y señores territoriales como el superimputadoCarlos Fabra,y, manos a la obra, lanzó el territorio a la construcción sin límites. Agradecido con sus padrinos de Benidorm, diseñó Terra Mítica como apuesta complementaria a la turística, con los consiguientes negocios paralelos, hoy en el juzgado, y la hipoteca de Bancaja y la CAM, las dos mayores cajas de ahorro valencianas. Era la primera carga de profundidad contra el sistema financiero del país, digo de la Comunidad. Para dejarlo todo bien atado,Zaplana y su vicepresidenteJosé Luis Olivasmodificaron la ley de cajas y reservaron a la Generalitat el 51% de los consejeros. El silencio pasivo de los socialistas todavía resuena en los oídos más sensibles. Pero las jugosas dietas y la defensa de miserables parcelas de poder enterraron aún más a una oposición sin discurso ni práctica política. CuandoZaplanafue llamado a Corte porAznaren el 2002,Olivas ocupó de forma interina la presidencia de la Generalitat hasta la llegada deFrancisco Camps.Como contraprestación,Olivasrecibió la presidencia de Bancaja y el control indirecto del Banc de València, joya histórica de la burguesía valenciana. Desde allí hasta Bankia todo fue «para ofrendar nuevas glorias a España» y evitar, sobre todo, que los catalanes de La Caixa pusieran sus pies en Valencia o controlaran Caja Madrid y los fichajes deFlorentino Pérez.

En el 2003, el mismo año quePasqual Maragallasumía la presidencia de Catalunya,Campsganó las elecciones valencianas, meses antes de queZapaterorecuperara para el PSOE el Gobierno de España. Con estos dos «enemigos exteriores»,Campsencontró el filón del victimismo: inició una campaña, ahora aparcada, que exigía al Gobierno socialista un cambio en el modelo de financiación -aprobado, por cierto, entreZaplanayAznaren el 2002- para hacer frente a los gastos de «sanidad, educación y dependencia», que ya es decir. Paralelamente, multiplicó su apuesta por el ladrillo y los grandes eventos, según él «fábricas del siglo XXI al servicio de una industria estratégica que es el turismo». ElPresident tuvo ese sueño durante la visita a un estand de Fitur -cuya adjudicación a Gürtel todavía colea- presidido por una fotografía suya conGérard Depardieucaracterizado como Obélix tomada meses atrás en la Ciudad de la Luz de Alicante, otra empresa en quiebra. Los otros grandes eventos -en formato papal, F-1 en circuito urbano, Ciudad de las Ciencias o glamurosa America's Cup- intentaban, según sus palabras, situar a Valencia en el mapa. Para contrarrestar el discurso mediterráneo deMaragall,Campspresentó al mundo un «eje de la prosperidad» conEsperanza AguirreyJaume Matas, rubricado en julio del 2004 en el Castell de Bellver. La caída deMatasen el 2007 amputó el trío. Inasequibles al desaliento,Camps yAguirrereactivaron el invento bajo el lemaMadrid-Comunidad Valenciana, destino compartido, que utilizaba el título español de una mediocre comedia romántica (Man About Town), en la que un vulnerable agente artístico de Hollywood es víctima de una misteriosa mujer. A pesar de la premonición,Camps siempre tuvo Madrid como destino en lo universal hasta que se topó con Gürtel y la financiación irregular de su fondo de armario.

Mientras tanto, el País Valenciano se ha situado con derecho propio en todos los mapas mundiales por sus niveles tóxicos de corrupción, la desaparición del sistema financiero propio, una crisis agrícola e industrial sin precedentes, una tasa de paro superior a la española y un gasto público el 20% inferior a la media española. El agujero negro de Bankia y el déficit oculto y ocultado de Madrid y Valencia son quizá la profecía autorrealizada de aquel destino compartido entre mi expresidente y la lideresa madrileña, superviviente de un eje de la prosperidad reconvertido ahora en «modelo de la vieja economía» del que hablaba hace unos días elFinancial Times para referirse a la capital valenciana.

Periodista