¡Qué difícil lo tienen los del 'no'!

Si Rajoy acordara la legalidad del referéndum, aquellos que se oponen a la independencia se sentirían llamados a votar en masa y quién sabe si ganarían

Puigdemont y Junqueras, en el anuncio de la fecha y pregunta del referéndum.

Puigdemont y Junqueras, en el anuncio de la fecha y pregunta del referéndum.

Sílvia Cóppulo

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¡Qué difícil lo tienen los del no! El empecinamiento del Gobierno español les coloca en una posición muy complicada. Si Mariano Rajoy acordara la legalidad del referéndum sobre la independencia, aquellos que en Catalunya se oponen a ella, se sentirían llamados a votar en masa y quién sabe si conseguirían ganar. Así ocurrió en Escocia y así lo hemos visto en Quebec. Pero el hecho de que el referéndum del 1 de octubre que promueve el Govern de la Generalitat no haya podido discutirse con Moncloa y continúe siendo tildado de ilegal por parte del Ejecutivo español, sitúa a los contrarios de la independencia en una tesitura complicada. Muchos de ellos creen que es mejor no acudir a las urnas sin un acuerdo previo, pero para muchos otros, lo indiscutible es poder votar y así hacer oír su voz. 

Si en el 9-N más de un 16% de los participantes votó en una posición contraria a la independencia (sumados los que rechazan que Catalunya sea un estado, los partidarios de que sí lo sea pero dentro de España y los que no se acabaron de definir), sintiéndose llamados a las urnas aun cuando el resultado era meramente simbólico, ¿cómo vamos a pensar que ahora no saldrán a votar, y más cuando a diferencia del 2014, en esta ocasión el Govern se compromete a trasladar el resultado a la acción política?

El día 1 de octubre aquel porcentaje que votó contrariamente a la independencia volverá a votar, y es razonable pensar, que muchos de los que comparten esa posición y que entonces se quedaron en casa, esta vez salgan a depositar su papeleta. Cierto es también que otros tantos no votarán siguiendo las consignas de aquellos partidos políticos que confieren al referéndum un valor de golpe de estado.

Así pues, la posición del Gobierno de Rajoy complica la posibilidad del rechazo a la independencia y lo que más va a contar es la voluntad. La del Govern de trasladar políticamente el resultado que se obtenga y la del Gobierno español de prohibir que cualquier resultado sea posible.