Dos miradas

El punto capital

Joan Coromines consideraba mejor una solución de mínimos que no entregarse al afán ilusorio del todo o nada

Miles de catalanes han acudido a la manifestación convocados por la ANC y Òmnium.

Miles de catalanes han acudido a la manifestación convocados por la ANC y Òmnium. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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En medio de las discusiones virulentas sobre el Estatut de Núria en las Cortes españolas, en abril de 1932, Joan Coromines escribe una carta a Pompeu Fabra en la que se queja de las actitudes de determinados "radicales" que van en contra del posibilismo de los catalanistas que se esforzaban por sacar adelante un voto particular enfrentado a los criterios restrictivos de la comisión parlamentaria. Una comisión que "nos trata de región, nos quita prácticamente el Orden Público, reduce nuestra lengua al humilde papel de cooficial, nos atribuye unos recursos económicos insuficientes, y nos rechaza en fin la enseñanza, el punto capital".

Coromines, que no era precisamente un moderado ("ahora como siempre yo estoy dispuesto a tomar las armas"), considera que es mejor una solución de mínimos que no entregarse al afán ilusorio del todo o nada. Que cada uno saque las conclusiones que quiera. Estas reflexiones -y muchas más– están en un libro interesantísimo ('Llengua i patria') en el que Josep Ferrer, director de la Fundació Pere Coromines, y Joan Pujadas editan, con acierto y pulcritud, cartas, discursos y artículos del sabio sobre el catalán y sobre Catalunya. "Este es un pueblo", dice Coromines en 1953, "que quiere sacar lo mejor de todas las situaciones, un pueblo que no ha nacido para la desesperación". ¡En 1953! Hay que decirlo todo: el Estatut de 1932 nació desmigado y débil y quien luego tomó las armas fueron otros.