ANÁLISIS

Competir sin los mejores

Pau Gasol y su hermano Marc, en un partido del pasado Eurobasket

Pau Gasol y su hermano Marc, en un partido del pasado Eurobasket / periodico

Luis Mendiola

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El inicio de la nueva temporada de la Euroliga, con el modelo de éxito que tan bien funcionó en su primera edición, y que aspira a convertirse con el tiempo en una NBA europea, supone también la cuenta atrás hacia una guerra abierta con la FIBA de consecuencias imprevisibles y sitúa, sin remedio, en el centro del conflicto, a los jugadores.

A mediados de noviembre, la FIBA pondrá en marcha el nuevo sistema de clasificación para el Mundial-2019, con  la disputa de seis jornadas intersemanales que se solaparán con la competición europea (España jugará el 23-N en Montenegro y el 26-N ante Eslovenia). El problema es que ese calendario, en lugar de ser consensuado con clubs, entrenadores y jugadores, que hace tiempo que alzan la voz, ha sido impuesto por la FIBA. Y que, además, se aplica con doble rasero respecto a la NBA, exenta de enviar a sus estrellas.

La selección no podrá contar con los nueve jugadores de EEUU. Y, posiblemente, tampoco con los de la Euroliga, según avisan los clubs europeos, que lo consideran un agravio y un perjuicio para su propio calendario. El problema se extiende a todo el continente. Hasta 74 jugadores europeos, inscritos esta temporada en la Liga estadounidense, se quedarán fuera. Es decir, España tendrá que jugar sin los GasolEslovenia, sin DragicSerbia, sin Teodosic o Letonia sin Porzingis por dar algunos nombres.   

El proyecto de la Federación Internacional sitúa, por otro lado, entre la espada y la pared a los jugadores en Europa, obligados a decidir entre cumplir los compromisos con sus clubs y la llamada de sus selecciones. Y lo que es peor supondrá una estafa para el aficionado, al que se le niega el mejor espectáculo.

Da la impresión, desde hace tiempo, que a la FIBA solo le interesa el negocio, como demostró al impulsar un torneo alternativo a la Euroliga, la Basketball Champions League. Pero el baloncesto, por desgracia, no puede permitirse competiciones internacionales sin los mejores.